El Morro: patrimonio común de la Humanidad

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2019-06-19 08:25:38

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Foto: Archivo.

Por: Marilys Suárez Moreno

La Habana, 19 jun (RHC) Baluarte de cubanía, la capital cubana se yergue hermosa, cautivadora y enigmática, atrapando la maravilla de lo cotidiano en los elementos más tradicionales y pintorescos de sus plazas y fortalezas, mismas que parecen desandar los tiempos a la luz de cada amanecer.

Como esos castillos que rodean la entrada de la bahía habanera, cuyas piedras centenarias se elevan como fieles guardianas sobre aguas que exhalan olores de mar y puerto en ajetreo, horadadas por siglos de oleaje y salitre.

Erigidos para defender a la ciudad en los primeros tiempos de la codicia, hoy son parte del paisaje acogedor del viajero que ha hecho su camino por el mar.

De hecho, sus murallas y fortines han devenido símbolos que distinguen a La Habana, como lo son su rutilante Malecón y la Giraldilla.

Para no olvidar

El Morro, La Cabaña, La Punta, La Chorrera, dejaron atrás su misión de centinelas para regalarnos su presencia amurallada y estampa secular, convirtiéndose en museos y centros para la cultura y la recreación.

Uno de ellos y quizás el más emblemático, el Castillo de los Tres Reyes del Morro, fue erigido en la roca viva de la bahía y se alza como uno de los símbolos de La Habana.

Fue Felipe Segundo, el absolutista rey de España, quien comisionó al ingeniero militar Juan Bautista Antonelli para que lo construyera en 1589, pero no fue hasta 1630 que se terminó.

La protección de un sistema comercial establecido entre España y América, y la conservación de los territorios coloniales obligaron a crear un sistema defensivo que los salvaguardara.

Desandando el tiempo

Gruesos muros, rampas, aspilleras, pasadizos, puentes, garitas y torrecillas para guarecer la guardia, forman parte del conjunto arquitectónico del Castillo del Morro, que tiene enfrente a su hermano el Castillo de San Salvador de la Punta, y terminado en la misma época.

Adaptado a las irregularidades del promontorio de piedra que cierra la bahía, lo distingue también la batería de cañones que yace en sus faldas, denominada Los Doce Apóstoles, y forma parte del gran Parque Histórico Militar Morro-Cabaña.

Ese tesoro histórico–arquitectónico de la Ciudad Maravilla que es La Habana sigue desandando el tiempo.

Hoy es sede de la añeja ceremonia del Cañonazo de las Nueve y de importantes eventos culturales como la Feria Internacional del Libro, así como un sitio referente para turistas y visitantes. (Fuente: Radio Reloj)



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