Por Martha Ríos

La memoria de los pueblos se conserva de disímiles maneras. Los archivos y bibliotecas son imprescindibles.

En Cuba hay un nombre muy vinculado a esas instituciones porque fundó muchas y ayudó a preservar como joyas la historia desde nuestros antepasados.

José María Chacón y Calvo fue ese ilustre humanista que vio la luz el 29 de octubre de 1892 en la pequeña localidad de Santa María del Rosario, en el actual municipio de El Cotorro, en La Habana.

Anduvo 77 años por este mundo, la mayoría de ellos aportándole a la cultura cubana en varias direcciones: la Literatura, la Historia, la Crítica y la Lengua.

En todas sobresalió como erudito quien con solo 21 años de edad ya era doctor en Derecho.

Importantes análisis sobre la poesía cubana llevan, desde sus orígenes, la firma del egregio investigador, lo mismo que libros acerca de la vida y obra de Gertrudis Gómez de Avellaneda, José María Heredia, y Clemente Zenea, entre otros.

A José María Chacón y Calvo también se deben títulos reconocidos internacionalmente. Descuellan ‘Cervantes y el romancero’, ‘Ensayos de Literatura española’, ‘Los días cubanos de Menéndez Pidal’, y ‘El poema del Cid’.

Igualmente admiradas por la acuciosa investigación que hizo en el Archivo de Indias, son sus obras ‘Cedulario cubano’, La experiencia del indio’, ‘Criticismo y colonización’, y ‘El Consejo de Indias y la Historia de América’.

Chacón y Calvo vivió en las tres etapas transitadas por Cuba después de la llegada de los españoles: la colonia, la neocolonia y la Revolución triunfante, de las que bebió como en fuente nutricia.

En 1934 asumió la dirección de Cultura de la Secretaría de Educación, y durante 10 años en esa responsabilidad realizó innumerables acciones en favor de la preservación de nuestros valores identitarios.

Perteneció a las Academias Cubanas de las Artes, de Historia, y de la Lengua.

Llevó al mundo el quehacer intelectual de nuestra nación, y en correspondencia siempre se le ha reconocido como paradigma de hombre sapiencial.