Mitos, leyendas y tradiciones de Matanzas (+Fotos)

Editado por Maria Calvo
2021-03-26 08:00:29

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Leyendas de Matanzas. Foto: MC

En los mitos, leyendas y tradiciones está la infancia del pueblo, su poesía primitiva, la fuente de su sensibilidad, el origen de sus creencias y el germen de sus futuras aspiraciones.

La Botica Francesa

Leyenda sobre fantasmas en la botica francesa. Foto: MC

Según refieren en el actual Museo Botica Francesa del Dr. Ernesto Triolet son diversas las apariciones que confraternizan con sus veladoras y visitantes.

Se trata de un inmueble conservado como en sus tiempos de esplendor: todos los instrumentos pueden rendir hoy sus habituales faenas, y en los estantes de madera tallada totalmente a mano permanecen tinturas, ungüentos, pomadas y elíxires prestos a conformar medicinas para los sufrientes.

El Teatro Sauto

Teatro Fausto y el fantasma del chino. Foto: MC

Existe la leyenda que, en el considerado Monumento Nacional, vuelven al escenario las figuras del arte que le dieron gloria. La instalación es una joya arquitectónica, concebida como la caja armónica de un instrumento musical.

Su acústica se considera perfecta, y ha permitido al público matancero disfrutar de las actuaciones de Sara Berhnard, Hipólito Lázaro, Alicia Alonso, Ernesto Lecuona y tantos otros de reconocida trayectoria internacional.

Cuentan que allí se sienta un chino de nombre desconocido, uno de los tantos asiáticos que de las canteras extrajeron los cantos con que se edificó el teatro, y luego pasea por entre las lunetas para disfrutar del fruto de su esfuerzo. El teatro, orgullo de los matanceros, constituye una reliquia y asume la contemporaneidad sin desdeñar sus tradiciones.

Fantasma del perro en la iglesia de Matanzas. Foto: MC

El perro fantasma

Relatos que fueron pasando de boca en boca refieren que a comienzos del año 1770 vivía en Matanzas Doña Ramoncita Oramas, viuda de Solís, quien tenía un fiel compañero para su soledad: un enorme perro de blanco pelaje, llamado Capitán.

Todos los días Doña Ramoncita entraba a la iglesia a orar para que le fuera concedida a su perro una larga vida. Afuera, Capitán esperaba a su ama.
Una tarde el animal rompió su costumbre, penetró en el recinto y se detuvo ante la imagen de la virgen, lo cual interpretó su dueña como una respuesta a sus plegarias.

Nadie pudo explicar el hecho, pero es cierto que tres semanas después Capitán apareció muerto a la entrada del templo. Días más tarde, Ramoncita escuchó un aullido familiar en su patio, y al asomarse vio al perro envuelto en una luz de luna y con sus ojos azules y luminosos. Cada noche vino el fantasma al encuentro de su dueña. Esta, ya en el lecho de muerte, narró la secuencia de sus visitas, lo cual fue interpretado como el delirio de una moribunda.

Sin embargo, diversas personalidades atestiguaron en años sucesivos haber visto a un inmenso perro blanco de ojos azules, que se tornaba invisible: el maestro Don Pablo García, el ingeniero Don Dionisio Baldenoche, el brigadier Don Juan Tirry y otros. El poeta matancero José Jacinto Milanés confirmó también la presencia del perro fantasma, de quien dijo era el consuelo de los solitarios, amigo de los artistas y fiel protector del alma inmortal de la ciudad.

La gaviota del rió San Juan

La gaviota del San Juan

Cuenta la leyenda que en la primavera del año 1795 vivía junto al río San Juan la vieja esclava María Teresa con su nieta Julia Rosa, quien afirmaban era hija del solterón Don Sebastián. Este tenía unos inmensos ojos verdes, exactos a los de la joven de piel canela.

Doña Rosario, hermana de Don Sebastián, tenía un hijo nombrado Felipe, a quien correspondía la herencia familiar. Pero su madre temía que esta fuera dividida a favor de la muchacha, quien contaba ya 17 años. Quiso la vida que Felipe y Julia Rosa se conocieran y enamoraran. Al saberlo, Doña Rosario llamó a Tata Mongo, un viejo esclavo que poseía poderes.

Al otro día Julia Rosa había desaparecido. Don Sebastián estaba enloquecido, y más Felipe, a quien María Teresa contó que por obra de los dioses africanos su nieta había sido convertida en ave.

Felipe acostumbraba a sufrir su pena junto al río San Juan, y una tarde vio venir hacia él a una gaviota de ojos verdes, con mirada casi humana. El joven pereció a los pocos meses, tras haber perdido la razón. Aún hay quien afirma que la inmortal gaviota de ojos verdes vuela por sobre la ciudad, y la bendice para que nunca la afecten hechizos ni maleficios. (Tomado de Girón Noticas)



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