La soledad de Michel Temer

Editado por Maria Calvo
2016-12-30 11:03:22

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por Guillermo Alvarado

Afirma el refrán que “Roma le paga a los traidores, pero los desprecia”, algo que está experimentando en carne propia el presidente golpista de Brasil, Michel Temer, cuya soledad aumenta en la misma proporción en que se acortan sus posibilidades de finalizar el período para el cual fue impuesto por las fuerzas de la derecha y el sector empresarial, coludido con los más grandes medios de comunicación privados.

Cada vez son más los “amigos” -si los tuvo alguna vez- que abandonan el barco que a todas luces se acerca a pasos acelerados a un estruendoso naugragio y entre los más recientes de la lista figura Fernando Henrique Cardoso, quien llamó a realizar elecciones anticipadas para evitar un desastre anunciado por todas las esquinas.

Presionado por la realidad, a Cardoso no le quedó más remedio que coincidir con Luis Inacio Lula da Silva, líder del Partido de los Trabajadores, en que la salida de la crisis pasa por que Temer se vaya de un puesto para el cual no fue elegido.

A las cada vez más frecuentes denuncias de corrupción, tanto del gobernante como de su partido, Movimiento Democrático Brasileño, se agrega un resultado desastroso de los siete meses de gestión, en los cuales no cumplió una sola de las promesas que hizo cuando perpetró su traición a la presidenta Dilma Roussef y a los más de 50 millones de ciudadanos que votaron por ella.

El mercado laboral sufrió un impacto tremendo en estos últimos meses y el 2016 cierra con una tasa récord de desempleo del 11,9%, lo que significa que más de 12 millones de brasileños están sin trabajo.

Al contrario de lo que ofreció a los empresarios que lo encumbraron al poder, Temer no logró equilibrar la economía, que está en franca recesión, con una caída del Producto Interno Bruto de tres puntos y medio.

Recordemos que uno de los argumentos que la derecha utilizó contra Dilma fue la mala situación de la economía, pero a la postre el remedio resultó peor que la enfermedad.

Aunque el gobierno prometió un repunte del uno por ciento en 2017, economistas de pensamiento similar al de Temer estimaron que la caída se mantendrá y el desempleo crecerá, lo que agudiza aún más el descontento social.

El período navideño, que es uno de los salvavidas de los comerciantes en muchos países, no funcionó en Brasil como se esperaba y las ventas disminuyeron en cinco por ciento, lo que es una muestra de las tensiones monetarias que sufre la gente.

Al mismo tiempo crece la popularidad de Lula quien, en caso de elecciones anticipadas, disfruta de amplia ventaja en la intención de voto con el 26%, por delante de la ambientalista Marina Silva, que marcha en segundo lugar.

La soledad de Temer es tal que para muchos en Brasil la pregunta ya no es si dejará o no el poder, sino cuándo y de que manera lo hará. Es decir, si se marcha por su propia voluntad, o si los mismos que lo impusieron le señalarán la puerta de salida, que lo conducirá probablemente a un tribunal para ser juzgado por algunas de sus tropelías.



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