por Guillermo Alvarado
Los resultados de las elecciones presidenciales de este domingo en Francia confirmaron las tendencias en la mayoría de los sondeos de opinión durante la campaña, al dar como ganadores al liberal Enmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen, quienes pasarán ahora a la ronda definitiva programada para el próximo 7 de mayo.
Macron, del movimiento En Marcha, tiene 23,75 por ciento de los votos, y Le Pen, del Frente Nacional, el 21,53, cuando aún faltan por contar una parte de los sufragios emitidos en el exterior, lo que según los especialistas no hará variar la tendencia.
Ambos dirimirán la presidencia dentro de dos semanas en unos comicios donde los programas de gobierno dejarán de ser importantes, porque la cuestión será si los electores permitirán, o no, el arribo al poder de la extrema derecha.
Esto tiene un precedente no muy lejano en la política francesa. Recordemos que en 2002 el fundador del Frente Nacional, y padre de Marine, Jean-Marie Le Pan, pasó sorpresivamente a la ronda definitiva donde se enfrentó a Jacques Chirac.
Si en la vuelta inicial el resultado fue relativamente apretado, 19,88 por ciento a 16,86, en el segundo enfrentamiento la ventaja de Chirac fue aplastante, con 82,21 frente a sólo 17, 70 de Le Pen.
Funcionó entonces lo que se denominó un “frente republicano”, que aglutinó contra la extrema derecha a los partidos conservadores, centristas y de izquierda y algo parecido se avizora en estos momentos.
Aunque aún falta información y se desconoce cuál será la composición de la Asamblea Nacional, ya hay algunos elementos que requieren análisis, y el primero de ellos es la debacle de las fuerzas tradicionales, los conservadores de derecha y los socialistas, que por primera vez en la historia de la V República, fundada en 1958, quedaron ambos fuera en la carrera por el Palacio del Elíseo.
Grave es la situación en el Partido Socialista, que tras cinco años en el ejercicio del poder, apenas obtuvo el 6,3 por ciento de los votos, lo que muestra el disgusto de la población y de sus propios miembros.
Un resultado halagador alcanzó Jean-Luc Mélenchon, de Francia Insumisa, quien quedó cuarto con 19,6 por ciento, la votación más elevada para la izquierda en muchos años.
Respecto a Marine Le Pen, si bien quedó segunda y lo sondeos y mucho analistas le dan pocas posibilidades en la siguiente ronda, hay que señalar que alcanzó una asistencia récord de votantes y se impuso en muchos departamentos que eran feudos tradicionales de la derecha conservadora y el Partido Socialista.
Hay un crecimiento evidente de las posiciones de este partido, con un nacionalismo a ultranza, anti europeísta, xenófobo y contra los inmigrantes, y esto es una advertencia preocupante para el resto de la clase política francesa y la población.
Cayeron las fuerzas tradicionales y se abre una posibilidad a un político recién llegado con un proyecto que presenta grandes incógnitas, pero que debe saber que un nuevo fracaso representará el acceso a fuerzas oscuras y retrógradas, cuya presencia ya es innegable en el país.
