Marco Rubio: verdades incómodas

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2019-07-25 07:44:25

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Foto: Archivo.

Por: Guillermo Alvarado

El senador por el estado de Florida y antiguo precandidato a la presidencia de Estados Unidos por el partido Republicano, Marco Antonio Rubio, tiene una oscura y equívoca biografía, plagada de falsedades que le han acompañado a lo largo de su carrera política marcada por el afán de poder al precio que sea necesario.

Durante mucho tiempo se dedicó a difundir el rumor de que su familia salió de Cuba a toda carrera después del triunfo de la Revolución, el 1 de enero de 1959, porque se sentía perseguida por las nuevas autoridades.

Siendo todavía un novato en los meandros de la política sucia que se practica en Miami, en particular entre los sectores contrarrevolucionarios más violentos, pensó quizás que esta argucia le abriría un lugar en ese mundo.

Poco le duró el gusto, pues pronto se conoció que sus padres, empleados en el sector hotelero, abandonaron Cuba con dirección a Estados Unidos en 1956, en plena dictadura de Batista.

No existe ningún indicio de que hubiesen sufrido persecución alguna, pero si acaso la hubo, tendría que ser de los esbirros del des-gobierno de esa época, porque para entonces los revolucionarios encabezados por Fidel iniciaban la etapa final de la guerra de liberación en las lejanas montañas del oriente de la Isla.

La familia Rubio se asentó definitivamente en Miami, donde se vio envuelta en un sonado escándalo cuando en los años 80 Orlando Cicilia, esposo de una de las hijas, fue detenido y condenado a 35 años de prisión por el flagrante delito de narcotráfico.

Marco tenía en ese momento 18 años y lo más seguro es que no tuvo que ver con estos hechos, pero sí con los que ocurrieron a más tarde, cuando decidió entrar al negocia de la política.

Cicilia, su cuñado, se benefició con una reducción de penas solo cuatro días después de que Rubio tomase posesión de un escaño en la Cámara de Representantes del Estado de Florida y salió de prisión sin cumplir ni la mitad de su castigo.

Algunos pensarán que fue una coincidencia, pero solo dos años después quien fue su jefe en el cartel de las drogas, Mario Tabraue, también cubano, quedó libre luego de cumplir 15 años tras las rejas, de los cien que le aplicaron los tribunales.

En 2002, cuando Marco Rubio era líder de la mayoría republicana en la cámara baja de Florida, le consiguió a su cuñado una licencia como agente de bienes raíces haciendo caso omiso a sus antecedentes criminales.

Cuando al senador le preguntan por el pasado de Cicilia, o si acaso éste ha contribuido para sus campañas, el silencio es ensordecedor.

Hay otro dato del que habla poco y es su vinculación con la Asociación Nacional del Rifle, que defiende la proliferación de armas de fuego a pesar de las múltiples matanzas ocurridas en Estados Unidos con este tipo de pertrechos.

Marco Rubio es uno de los políticos más subvencionados por esa agrupación, con más de tres millones 300 mil dólares.

Estas son apenas unas líneas del retrato de quien insiste en destruir a Venezuela y Nicaragua y retornar a Cuba al estatus neocolonial en que vivió en la primera mitad del siglo XX; un oscuro personaje sin escrúpulos ni principios, dispuesto a vender su alma al mejor postor para lograr sus propósitos.



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