Por Maria Josefina Arce

La crisis política y social que vive Bolivia ha ido ganando en intensidad en los últimos días. Las maniobras del gobierno de facto para demorar lo más posible la realización de los comicios generales, escudándose en la COVID 19, y evitar la participación del MAS, Movimiento al Socialismo,  han provocado un estallido popular.

Protestas masivas, bloqueos de carreteras, aumento de la represión policial y la militarización de las principales ciudades es la situación hoy en la nación andina, donde se ha recrudecido la persecución contra los militantes y simpatizantes del MAS.

Los bolivianos han tomado las carreteras a lo largo y ancho del país en demanda de que las autoridades y el Tribunal Supremo Electoral cumplan con la fecha acordada con varios partidos políticos de efectuar las elecciones el venidero seis de septiembre y que ante la presión del gobierno que encabeza Jeanine Áñez se pospuso para octubre.

El pretexto ha sido la pandemia y el supuesto interés de no exponer a la ciudadanía en una jornada electoral. Pero el ineficaz accionar de los golpistas ante la dolencia, que ha estado matizado incluso por la corrupción, echa por tierra el argumento, que muchos saben esconde las intenciones de ganar tiempo para inhabilitar  al MAS y a su candidato Luis Arce, al frente de las encuestas de opinión.

El ex presidente Evo Morales, objeto de un golpe de estado en noviembre del pasado año, ha alertado sobre los intentos de una nueva asonada  para evitar los comicios e instalar un gobierno conformado por civiles y militares.

Para tensar aún más el ambiente el ministro de gobierno Arturo Murillo amenazó con acciones judiciales, ya que acusó a los participantes en los bloqueos de impedir el paso de insumos sanitarios en plena pandemia, una mentira más pues en todo momento se ha dejado el paso libre a ambulancias y proveedores de hospitales, como se ha podido apreciar en fotos y vídeos.

La crisis es tal que la autoproclamada presidenta llamó a  un diálogo el pasado fin de semana, que no logró avanzar y en el cual, según trascendió,  hubo duros cuestionamientos a Áñez, a quien se pidió renuncie a su candidatura a la presidencia e incluso al cargo que ocupa hoy tras la asonada.

Desde hace varios días Bolivia  vive intensas protestas en reclamo de la realización de las elecciones en la fecha prevista para recuperar el estado de derecho, secuestrado tras el golpe contra Evo Morales sustentado en mentiras y que hacía prever que la derecha iría con todo para mantenerse en el poder.