Apuntes para una agenda (VIII)

Editado por Martha Ríos
2021-10-08 00:19:52

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Foto: Slideshade

Por Guillermo Alvarado (RHC)

El siglo XIX fue para Estados Unidos una larga sucesión de guerras, un período en que no hubo un solo año de paz y se combatió contra casi todos los pueblos indígenas para despojarlos de sus territorios, que se fueron sumando uno tras otro al naciente imperio en plena expansión.

La ocupación se dirigió al sur, el oeste y el norte e incluso hubo una nueva y frustrada guerra contra los ingleses, para tratar de quedarse con las grandes extensiones de Canadá.

Tras cada combate el mapa del país se fue transformando hasta alcanzar su forma actual con el robo a México de la mitad de su territorio, la ocupación de Florida y la “compra” de Luisiana.

En la segunda mitad de esa centuria ocurrió uno de los acontecimientos más traumáticos para la sociedad estadounidense, la Guerra Civil, o de Secesión, que consolidó el modelo de producción capitalista establecido en el norte y puso fin de manera formal al atrasado sistema esclavista del sur.

Aunque la nación norteña estuvo involucrada en varias guerras en el exterior, como las llamadas Berberiscas, una invasión a Uruguay y ataques contra Paraguay y México, el siglo XIX fue una especie de preparación para la hegemonía mundial practicada a partir del año 1900.

Claro que una etapa tan prolongada de guerras no hubiera sido posible sin el desarrollo de un factor que se convirtió en indispensable para ese país, como lo fue la industria armamentística, devenido pilar fundamental de la economía interna y exterior.

Grandes emporios tuvieron sus raíces en esos agitados años y solo voy a mencionar algunos de ellos, que todavía dejan huellas dolorosas.

Empiezo por la Compañía Manufacturera Colt, un nombre que de alguna manera todo el mundo conoce porque sus dispositivos, sobre todo los revólveres, estuvieron presentes en la conquista de muchos territorios.

Fue fundada en 1836 y jugó un papel en la posterior modernización del equipo bélico estadounidense, con el desarrollo de la pistola semiautomática M1911 y su aporte a la creación de los fusiles M16 y AR15, entre otros.

Hoy está divida en dos ramas, una que sirve a las fuerzas armadas del país y otra que vende a particulares y mercados privados de seguridad en el planeta.

El imaginario guerrerista norteamericano no estaría completo sin el nombre de Smith & Wesson, cuyos revólveres alcanzaron tal demanda que superaron casi siempre su capacidad de producción.

La Guerra Civil estadounidense fue una verdadera bendición para estas empresas, que desarrollaron el “arte” de matar más y con mayor eficacia al menor costo posible. Eso es Estados Unidos.   



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