Más miradas deben dirigirse hacia Colombia

Editado por Martha Ríos
2021-10-15 00:08:25

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Duque (D) y Uribe (C) echan de menos a Donald Trump (I). Foto: Kienyke

Por Roberto Morejón (RHC)

La conspiración del gobierno colombiano para impedir el avance del acuerdo de paz con uno de los movimientos guerrilleros y la violación de los derechos humanos de quienes protestan y activistas sociales, NO impidieron el estrechamiento de la relación con Estados Unidos.

Es cierto que el presidente Iván Duque y su mentor el expresidente Álvaro Uribe echan de menos al expresidente Donald Trump, con quien sostuvieron excelentes vínculos.

Pero con la administración demócrata NO les ha ido mal, a pesar de su alegado apego al cumplimiento de las libertades ciudadanas.

El intercambio de viajes de altos funcionarios así como la continuidad de la abultada asistencia militar y de la presencia de instructores para adiestrar a las fuerzas armadas, prosiguen en la agenda.

Ello ha sido así a pesar de los cotidianos asesinatos de líderes sociales, ex guerrilleros que retornaron a la vida civil y hasta de niños.

El clima de terror en Colombia NO ha recibido la atención adecuada en la gran prensa internacional, pero el congresista demócrata Jim McGovern ahondó en las noticias y amplió su visión con viajes, el último de ellos recientemente.

El legislador enarbola la propuesta de dejar de financiar al ejército del país sudamericano si NO frena -dice- los abusos.

McGovern estima llegado el momento de debatir la política estadounidense hacia Colombia, porque en su criterio un número creciente de congresistas y de electores se oponen a tolerar la utilización de sus impuestos en el ultraje de la integridad de manifestantes civiles.

Lamentablemente, la visión objetiva de McGovern NO se extiende a un número suficiente de congresistas estadounidenses para contribuir a frenar el apoyo militar y político de Washington a Bogotá.

Deberían saber más sobre cómo los militares y policías del país sudamericano, hoy criticados por sus excesos, han aprehendido las doctrinas de las fuerzas de seguridad de la potencia del Norte, extendidas en el cacareado Plan Colombia.

Y en Estados Unidos tampoco apretaron las tuercas a un narco Estado que rige los destinos de un gran productor y exportador de alucinógenos hacia el principal mercado del mundo, el estadounidense.

Todavía en Estados Unidos muchos siguen mirando hacia el costado cuando se habla de Colombia.



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