Guerras modernas

Editado por Maite González
2022-07-08 06:46:58

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La maquinaria bélica de EE.UU. comenzó sistemáticamente a introducir nuevas formas de enfrentamiento, más allá de los fusiles, las bombas y ametralladoras, y nació un concepto de conflicto global en múltiples frentes. Imagen / markaabyayala.wordpress.com

Por: Guillermo Alvarado

A pesar del debilitamiento de su aparato industrial y la pesada carga de la deuda externa, Estados Unidos mantiene y perfecciona su papel de gendarme internacional como hemos visto en los últimos tiempos, sobre todo a raíz de la cumbre de la OTAN realizada hace unos días en Madrid.

Esta posición se fue consolidando tras las dos guerras mundiales del siglo XX, así como en los interminables conflictos en los que el Pentágono participó, directa o indirectamente, luego de los años cincuenta de la centuria anterior.

A partir del dos mil, sin embargo, la maquinaria bélica de la primera potencia mundial comenzó sistemáticamente a introducir nuevas formas de enfrentamiento, más allá de los fusiles, las bombas y ametralladoras, y nació un concepto de conflicto global en múltiples frentes.

Fue así que surgieron estrategias con nombres novedosos, como el “poder inteligente”, los “golpes suaves” y, finalmente, la “guerra híbrida”.

 Al campo de batalla se agregaron elementos nuevos, como la mente de las personas, el imaginario popular, las tradiciones y costumbres, la estabilidad social, los miedos y frustraciones cotidianas y, por supuesto, las ideas.

El desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación fue clave para perfeccionar las guerras híbridas, donde el ciudadano común y corriente, incluso sin saberlo se convierte en un combatiente al servicio de intereses ajenos o contrarios a su país o su comunidad.

Recordarán ustedes sin duda las llamadas “revoluciones de colores”, movimientos aparentemente espontáneos que brotaron como hongos después de la lluvia de mayo. Y remarco el término “aparentemente espontáneos”, porque en verdad fueron preparados mucho tiempo antes de su explosión.

En realidad se trata de estrategias de intervención silenciosa de Washington, que durante años fue capacitando líderes, sembrando el descontento, creando dificultades objetivas para el bienestar de la población, hasta que un director en la sombra, como Victoria Nuland en Ucrania, dio la orden de salida.

Véase a profundidad la estrategia seguida en Hong Kong para arrebatar a China esa estratégica región. Los jóvenes universitarios que lideraron las marchas de “protesta” recibieron generosos cursos en organizaciones de Estados Unidos.

Buena parte de la campaña mediática contra China la realiza el “periodista” Jimmy Lai Chee-ying, un magnate al servicio de la Casa Blanca, por cuyas manos pasan miles de millones de dólares para financiar a la “oposición” y pagar a no pocos políticos estadounidenses a cambio de su apoyo o silencio.

Esto no significa que la primera potencia imperial haya abandonado su doctrina militar. Maneja el 40% del gasto bélico global, a través de unas 800 bases distribuidas en 130 países y muchos de ellos obedecen sus mandatos.

Cuando la guerra cibernética cumple sus propósitos, o demora demasiado en producirlos, se pone en práctica la brutalidad armada por mano propia o ajena, tal y como pasa en Siria.  Seguiremos con el tema, amigos.



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