A pesar de miles de víctimas, en Estados Unidos se mantiene la venta libre de armas

Editado por Maite González Martínez
2016-03-08 10:00:46

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Imágen de archivo.

Por: María Josefina Arce

Que un adolescente no quiera acudir a clases puede ser normal, pero lo que es bien inusual es que su negativa esté acompañada por el hecho de disparar contra sus familiares. El suceso aunque parezca irreal tuvo lugar en Estados Unidos, donde comprar un arma, como ha reconocido el presidente Barack Obama, se ha hecho más fácil que adquirir un libro.

Días y ya incluso horas separan los hechos con armas de fuego en territorio norteamericano, donde las víctimas fatales cada año se contabilizan por miles.

Solo en el 2015 se registraron 45 tiroteos en escuelas, y 9 964 personas murieron por estos artefactos.

Desde que asumió su primer mandato en 2009 Obama se ha empeñado en poner coto a esta situación, pero ha chocado siempre con una fuerte resistencia en el Congreso, influenciado por la Asociación Nacional del Rifle, a la que pertenecen numerosos legisladores. Para la mencionada Asociación y los políticos que compran con contribuciones a sus campañas, el hecho de que entre 2004 y 2013 fallecieran más de 316 mil personas a consecuencia de disparos parece ser un argumento sin trascendencia.

Unas 300 millones de armas de fuego se encuentran en manos privadas en Estados Unidos, casi en igual proporción a la población del norteño país.

Más de 15 comparecencias para condenar estos hechos violentos ha hecho desde su llegada a la Casa Blanca el presidente Obama, quien ha admitido que una de sus mayores frustraciones es no haber podido endurecer el control sobre estos artefactos.

En medio de este panorama el inquilino de la Oficina Oval implementó una serie de medidas para limitar el acceso a armamento de fuego, que incluye verificar los antecedentes del comprador, aumentar el acceso a tratamientos de salud mental e invertir en la tecnología que aumente los controles de seguridad de esos dispositivos.

Sin embargo, esto no es suficiente para contener un mercado que tiene como aliados primordiales los intereses corporativos del complejo armamentista de Estados Unidos y que se escuda en la existencia de la segunda enmienda, el anacrónico precepto constitucional que protege el derecho de los estadounidenses a tener armas de fuego.

Recordemos que por demás, en abierta confrontación con las medidas ejecutivas el pasado primero de enero entró en vigor en Texas una ley que permite a los propietarios con licencia de armas de fuego de mano llevarlas a la vista en las calles y en diversos lugares públicos.

Para muchos analistas el problema está bien arraigado en la sociedad de Estados Unidos, un país que, señalan, en su accionar internacional se manifiesta como una potencia invasora y belicista.



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