Huracán Matthew-Florida: Quien pueda, que se vaya antes

Editado por Maria Calvo
2016-10-06 11:58:26

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por  Nicanor León Cotayo

Una crónica de la Associated Press (AP) narró el ambiente en la Florida vísperas de la llegada del poderoso huracán Matthew.

Lo hizo este miércoles bajo la firma en Fort Lauderdale de dos de sus periodistas, Terry Spencer y Jennifer Kay.

Primero lo caracterizaron como «una tormenta peligrosa y posiblemente mortal» de categoría tres, con vientos sostenidos de 180 kilómetros por hora.

Luego escribieron que, ante su arribo inminente, «el pánico se apodera del sur de la Florida».

A continuación, recordaron significativas palabras en conferencia de prensa del multimillonario gobernador de ese Estado, Rick Scott:

«El que pueda irse antes, que lo haga ahora; partan ya, si pueden».

La crónica había dicho que los habitantes tapiaban sus casas, autoridades suspendían las clases y Matthew atravesaba las Bahamas camino de Florida.

Todavía, aclaraban Spencer y Kay, no se habían decretado evacuaciones de personas.
 
Según la prensa, autoridades de Miami y otras ciudades temen la indiferencia de la gente, sobre todo en el sur de Florida, donde hace 11 años no han sufrido un gran huracán.

De acuerdo a observadores, todo lo dicho forma parte de las hondas insuficiencias que caracterizan allí y en el resto del país a su asistencia social.

Como, por ejemplo, cuando el también poderoso ciclón Katrina (29 de agosto, 2005) impuso daños en tres estados del país, Luisiana, Alabama y Mississipi, al mismo tiempo que azotaba a la Florida.

En el momento que el vendaval se adentraba en suelo nacional, con vientos de 280 kilómetros por hora y olas de 8 metros, el presidente George W. Bush disfrutaba vacaciones en su rancho de Tejas.

A pesar de la situación, W. permaneció 48 horas más antes de subir a su potente Force Air One, observar desde una ventanilla zonas desvastadas, y luego anunciar que se colocaba al frente de las tareas de salvamento y recuperación.

Una síntesis de la catástrofe corrió a cargo del muy irritado alcalde de Nueva Orleans, Ray Nagin, quien dijo a la prensa:

«Sabemos que hay una gran cantidad de cadáveres en el agua… y otros en los tejados y áticos».

Y durante una entrevista que concedió a la emisora local WWL-870, exclamó con tono de furia y frustración:   

«Necesito refuerzos, necesito tropas. Este es un asunto extremadamente importante. Pónganse las pilas. Perdonen mi lenguaje todos en Estados Unidos, pero estoy enojado».

La tragedia había sido alertada con tiempo suficiente, pero la Casa Blanca no movió ni un dedo para evitar daños en un área que medios de prensa calcularon «del tamaño de Gran Bretaña».

Fue entonces cuando, desde su rancho tejano, Bush instó a «huir de allí lo antes posible».

Sin embargo, hubo una dificultad: no se les evacuaría en transporte estatal y la mayor parte de esas personas carecía de automóviles o camiones privados, debido a que muchos de ellos eran negros pobres.

El resto de esa historia, lo sabe Dios.



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