Por Víctor Joaquín Ortega
La Habana, 13 ago (JIT).- EL PENSAMIENTO y accionar de Fidel ante los reveses son esclarecedores. Ante todo, nos enseñó a convertirlos en victorias en cualquier trinchera e ir siempre a lo esencial.
El primero de mayo del 2000 expresó: «Revolución es tratar a los demás como seres humanos». La actividad física y el deporte no resultan excepciones para hacer realidad esos pensamientos y su quehacer. Fidel lo dijo y predicó con el ejemplo:
«El pueblo admira a los atletas y no les pierde el aprecio porque sufran un revés» (24-8-1976); «A nuestros atletas no solo hay que aplaudirlos cuando vienen con medallas de oro, hay que recibirlos con afecto de hermano, hay que recibirlos como cuando obtienen una victoria» (28-9-2000).
Sin embargo, el campeonismo contra el que tanto luchó genera cierta atmósfera alrededor de reveses o actuaciones que no llenan las expectativas. A veces, se escuchan análisis sin una base objetiva ni una mirada humana.
Se habla superficialmente por las esquinas y hasta en lugares más refinados. Hay quien valora “profesionalmente” sin profundizar, vencido por una enajenación surgida de la pasión, el facilismo y la autosuficiencia.
Se califican de hundimientos ciertas actuaciones sin ahondar en los factores, externos e internos, materiales y síquicos, que inciden en los resultados, y que deben indagarse.
Sentí ese aire negativo cuando Yarisley Silva no pudo lograr sus sueños y los de sus seguidores en Río de Janeiro 2016, como consecuencia del grave accidente sufrido por su pareja meses antes. Había retornado de Europa sin concluir la gira para estar a su lado: la aplaudo porque tiene tanto humanismo como técnica y fuerza para dominar la pértiga.
Tal situación le costó entonces llegar al podio, mas se batió con dignidad y coraje. Ahora, en el Mundial de Londres, volvió a alegrarnos con un bronce destacado.
La judoca Idalis Ortiz, casi invencible a partir de su tercer lugar en Beijing 2008, finalizó segunda en el país de la samba. Cayó con el kimono bien puesto, luego de derrotar a rivales muy difíciles: la contraria se creció y la sorprendió en la final. Así es el deporte, así es la vida.
Varios no lo entienden y fustigan con pésima puntería además.
En este mismo caso, ladearon los méritos de la campeona olímpica y mundial en la difícil división máxima. También soslayaron el sacrifico, la entrega al arte marcial creado por Jigoro Kano y las demás cualidades demostradas por la artemiseña.
El Comandante convertía en hechos sus pensamientos sobre estos fenómenos. ¿Y cuáles no?
Correa fue eliminado por el venezolano Gamarro en los octavos de final de los 67 kg en Montreal 1976. Al recibir a la delegación, indagó por él. Le dijeron que como Emilio había perdido lo mandaron para Cuba antes de la clausura de los Juegos. Aleccionó: A quien ha dado tanta gloria a la Patria no se le puede tratar de esa manera.
Alfredo Duvergel aventaja a su oponente en el último asalto de la final de los 71 kg de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. David Reid lo adivina y pone a dormir a escasos 36 segundos del gong final… Al retorno de la representación nacional, Fidel reconforta al muchacho con frases que ponderan su vergüenza: caíste peleando, sin dar un paso atrás. ¡Gancho al hígado para quienes pensaron más en el oro que en el hombre!
Ángel Valodia Matos, Beijing 2008, combate preliminar. La pizarra indica 3-2, se produce una lesión, acude al médico, cuestión permitida. El árbitro levanta el brazo del adversario. Se agiganta la indignación de la víctima, quien junto a su entrenador han sufrido antes varios intentos de soborno para que perdiera. Comete una grave falta: patea al corrupto juez. Matos y su instructor son sancionados de por vida, se sienten esquivados por todos.
Fidel no aprueba la reacción de Valodia, pero en una de sus Reflexiones va a las raíces, comprende, no abandona a los castigados. Más que defenderlos, sin dejarse amarrar por los motivos, ataca la causa real: la maldad de la que ni el olimpismo se salva.
Quien tuviera dos dedos de frente y un corazón sensible, al calor de sus palabras, tenía que preguntarse: ¿Por qué no se investiga y sanciona a quienes trataron de comprar al taekwondoca, campeón olímpico en Sydney 2000? ¿Por qué no se efectúa una ofensiva contra esa mafia antideportiva?
«Para nuestro atleta de taekwondo y su entrenador, nuestra total solidaridad», escribió el Comandante en Jefe en su reflexión y a no pocos les volvió el alma al cuerpo.
Poco antes de aquel suceso, el 16 de julio del 2008, nuestro atleta mayor había escrito su sentir sobre la actitud agresiva de varios con respecto a la labor de la selección nacional de pelota. Cito:
«Tronó la indignación de los fanáticos por el duro revés del domingo. Eso lo dice todo: ¡fa-ná-ti-cos! Pero se olvida que ahora están en Corea del Sur, país donde ni siquiera tenemos una embajada, y en el que continúan preparándose nuestros atletas.
«No son ellos, en todo caso, los que merecerían las mayores críticas si algo no salió bien. Van a unos Juegos Olímpicos que tendrán lugar al otro lado del mundo, donde las horas del sueño y el ritmo de vida se cambian. Tienen un programa de preparación física intenso, todo con vistas a la última participación de ese deporte en las Olimpiadas, porque así lo determinan los ricos y poderosos amos del olimpismo. Ellos no han sido vencidos. No los desalentemos. Enviémosles un mensaje de aliento.»
¿Son nuestros peloteros actuales los culpables de su declive? Mucho antes se entrelazaron los orígenes de ese dolor, que tienen que ver con los efectos directos e indirectos del bloqueo y con las deficiencias propias que pueden y deben resolverse.
A nuestros peloteros hay que exigirles más, todos los días, pero también alentarlos permanentemente por lo que representan para esta nación que respira strikes y jonrones.
Vuelvo al pensamiento fidelista: «A pesar de las circunstancias adversas, nuestros atletas brillan por su calidad humana y patriótica. No llega siquiera a uno de cada diez los que sucumben moralmente a la lluvia de ofertas en un mundo plagado de mercachiflismo, vicios, drogas, doping y consumismo, en el cual nuestra patria brilla como un ejemplo difícil de imitar».
La crítica de que «nos hemos dormido en los laureles» retumba todavía y su llamado a ser profundos, aplicar nuevas ideas y revisar cada recurso humano y material dedicado al deporte ha de ser la guía de la labor que se haga ahora que ya no está físicamente entre nosotros.
Complace ver cómo se crean y rehabilitan instalaciones en todo el país, algunas de ellas inauguradas para los Juegos Panamericanos de La Habana 1991, un pasaje glorioso de nuestro movimiento deportivo.
Sí, estimados atletas, entrenadores, periodistas, directivos… hay que analizar más, andar por los senderos de la verdad y escuchar a las personas conocedoras y dignas. Batallar por hallar los caminos que conducen al desarrollo y el éxito, e ir hacia adelante sin concesiones.
La crítica demoledora es impropia en la sociedad que edificamos. Nunca ahorremos el aliento, como hizo Fidel, para los triunfadores y para aquellos que caen batiéndose con honor.