Díaz Canel: La historia solo pueden cambiarla los pueblos

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2019-11-04 07:37:50

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Foto: Estudios Revolución.

La Habana, 4 nov (RHC) Discurso del presidente cubano, Miguel Díaz Canel Bermúdez, en el encuentro Antimperialista de Solidaridad celebrado en La Habana.

Versiones Taquigráficas - Presidencia de la República

(Exclamaciones de: “¡Díaz-Canel, seguro, a los yanquis dales duro!” y “¡Gracias, Cuba, garante de la paz!”)

Gracias a todos ustedes.

Creo que todos estamos de acuerdo en que no hay mejor discurso que el de los poetas (Risas), pero, bueno, tenemos que hacer las conclusiones.

Querido compañero General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba; compañero, hermano y Presidente Nicolás Maduro Moros, de la República Bolivariana de Venezuela;
queridos líderes revolucionarios de África, Asia, América Latina y el Caribe;
hermanos, amigos, compañeros:

Un especial saludo a todos los que resisten y han venido a la capital cubana, que ha sido siempre y será un punto de encuentro de quienes defienden la paz y la solidaridad entre los pueblos.

El apoyo, el entusiasmo, la solidaridad que ustedes expresan, emocionan y comprometen, y con Raúl y con Maduro a los yanquis les estamos dando duro (Aplausos).

Acabamos de regresar de un largo e intenso viaje por países europeos, que incluyó la visita a Azerbaiyán para asistir a la XVIII Cumbre del Movimiento de Países No Alineados.

Los No Alineados, que se habían debilitado al término de la Guerra Fría, han vuelto a retomar el espíritu de Bandung, la declaración que les dio vida. Los moviliza el curso dramático de los acontecimientos y la crisis del multilateralismo que hoy está poniendo en riesgo el sistema de Naciones Unidas.

Allí Cuba condenó enérgicamente esa crisis que amenaza a todos y especialmente a los de menor desarrollo.

Denunciamos a los responsables de esa situación y dijimos: “Jamás se mintió tanto, con mayor desfachatez y más terrible costo para la inmensa mayoría de la humanidad, en función de los intereses de una minoría que ha llevado sus lujos a excesos alucinantes.

“En pleno siglo XXI, llueven amenazas y agresiones de diverso grado sobre todos los gobiernos soberanos que se niegan a servir a la potencia hegemónica para instalar bases militares, entregar sus recursos o ceder a su mandato”.

Pero no fuimos los únicos en señalar al culpable por su nombre. Varios líderes se pronunciaron alarmados en contra del retorno del hegemonismo estadounidense que amenaza y actúa brutalmente contra los gobiernos que considera enemigos, porque no comparten sus políticas, y ataca ferozmente al socialismo como si se tratara de un sistema social inaceptable.

A nivel global se advierte una gran preocupación por los retrocesos en ámbitos importantes como la paz, la autodeterminación y la soberanía de las naciones, el medio ambiente y el enfrentamiento al cambio climático, los derechos humanos, la justicia social y la búsqueda de la equidad económica.

En nuestra área geográfica, en particular, la preocupación no es menor. América Latina y el Caribe sufren el retorno de la Doctrina Monroe y las peores prácticas del macartismo. Sobre los postulados de ambas políticas imperialistas descansa la secuencia descontrolada de acciones injerencistas que la actual administración estadounidense ha desatado desde su llegada al poder.

El presidente de los Estados Unidos y su corte de halcones arremeten contra la Revolución Cubana, la Revolución Bolivariana, la Revolución Sandinista, el Foro de Sao Paulo, los liderazgos políticos de la izquierda brasileña, boliviana, argentina y los movimientos sociales, populares, progresistas de toda la región que consideran su traspatio.

El sistema interamericano reactiva mecanismos de tan odiosa memoria para la región como el Tratado de Asistencia Recíproca (TIAR) y la desmoralizada OEA, que se consolida como instrumento de presión política de Estados Unidos y de las oligarquías que defienden el neoliberalismo.

Cómo no me voy a reír de la OEA, si es una cosa tan fea, tan fea que causa risa (Aplausos), así cantaban nuestros padres en los años en que el organismo expulsó a Cuba por no someterse al mandato de Washington. ¿Qué le cantamos ahora, cuando no pudo arrodillar a Venezuela y quiere sacarse la espina revisando a Bolivia?

Allá corrieron, preocupados por los resultados electorales de la nación latinoamericana, una de las que más y mejor han crecido en la última década, después de haber sido la más pobre y atrasada del Cono Sur en siglos.

Sí, la OEA es una cosa muy fea. Y muy cínica. Sus “preocupaciones” no llegan a las profundidades del enojo de los pueblos que se levantan contra el neoliberalismo y reciben balines, gases y plomo por protestar pacíficamente.

Compañeros:

Es muy importante distinguir en esta guerra que se nos hace el curso de su complemento mediático. A la vanguardia de las políticas imperiales avanzan siempre los tanques de la ofensiva cultural y simbólica orientada a legitimar las injusticias del sistema capitalista, descalificar las alternativas políticas desde la izquierda y destruir la identidad cultural de nuestras naciones, como paso previo a su desestabilización.

Ahora mismo, en Azerbaiyán se pudo desmentir la falacia que Washington ha pretendido imponer como matriz contra el legítimo Gobierno venezolano.

Cuando Nicolás Maduro Moros, en su condición de Presidente anterior del Movimiento, condujo la asamblea en su primera parte y entregó la Presidencia pro tempore a Azerbaiyán, prácticamente todas las delegaciones participantes —alrededor de 120 en diferentes niveles de representación— reconocieron y felicitaron el desempeño de la República Bolivariana al frente del Movimiento de Países No Alineados (Aplausos).

¿Dónde quedó el supuesto rechazo de la comunidad internacional a Venezuela?  ¿Por qué no hubo una sola expresión de rechazo o crítica al Gobierno bolivariano por los gobiernos que representan a la mayoría absoluta de las Naciones Unidas?  Sin embargo, como parte de la guerra de símbolos, del linchamiento mediático que se lanzó contra Maduro, en medio planeta los medios han publicado hasta la saciedad que no tiene respaldo internacional.

Internamente tampoco tratan mejor a los políticos que seriamente creen necesario un cambio dentro de los Estados Unidos. El discurso es agresivo y descalificador para todos los que no comparten el comportamiento del Presidente, quien anuncia por Twitter decisiones que afectan a millones y exhibe comportamientos condenables en cualquier parte.

Habla del socialismo sin la menor idea de lo que significa. Y decreta el fin de cualquier experiencia o programa político que se proponga superar la injusticia imperante, como si en sus manos estuviera el curso de la historia.
No ha sido el primer emperador en proponérselo. Y seguramente no será el último en fracasar. Porque la historia solo pueden cambiarla los pueblos (Aplausos).

Fidel dijo muchas veces que la mentira era el principal adversario a derrotar en política y que decir la verdad es el primer deber de todo revolucionario. He ahí una de nuestras misiones fundamentales como políticos revolucionarios. El primer enemigo a derribar es la mentira y más aún la mentira imperialista (Aplausos).

Con mentiras han cercado a Cuba y durante años la separaron de su entorno natural. Con mentiras invadieron naciones, destrozaron pueblos, hicieron retroceder a regiones enteras en su camino al desarrollo.

Con mentiras atacaron a Irak y a Libia y las sumieron en la inestabilidad. Con mentiras han convertido a Siria en polígono de pruebas de armamentos y en teatro de operaciones de los terroristas, a los que han financiado bajo falsas banderas de democracia y libertad.

Con mentiras colosales y ridículas acusan a Cuba, a Venezuela y al Foro de Sao Paulo de promover los levantamientos populares en cualquier esquina del planeta, mientras se tapan los ojos, los oídos y la boca, para no ver, no oír, no reconocer lo que están gritando los pueblos en la calle: el neoliberalismo es un fracaso económico y un desastre social (Aplausos).

Esa técnica la aplican de modo perverso en el desesperado intento por derrocar al Gobierno Bolivariano de Venezuela y al mismo tiempo dañar a Cuba. Aunque tiene su raíz en los años de brillante y exitosa integración en que Chávez y Fidel crearon el ALBA, en  los últimos meses Estados Unidos ha lanzado con mucha fuerza una mendaz campaña contra cualquier tipo de relación entre nuestros dos países.

Se nos acusa de sostener a la Revolución Bolivariana, en una trasnochada versión de la teoría de los satélites que en su momento desataron contra la antigua Unión Soviética y apelan a ese pretexto para justificar el bloqueo.

La cooperación médica cubana es un objetivo de ataque permanente. Se trata de desacreditar un esfuerzo noble y solidario que el mundo entero reconoce y que, junto a la Escuela Latinoamericana de Medicina y la Brigada Henry Reeve, contra catástrofes naturales, constituyen la expresión más genuina y exitosa de la cooperación entre países en vías de desarrollo (Aplausos).

Los tres proyectos, obras de incuestionable valor humano, surgieron por ideas de Fidel como exaltación de la solidaridad internacional.

Son ya más de 400 000 los profesionales de la salud de Cuba que han brindado servicios en 164 países. En este minuto más de 29 000 atienden a las poblaciones vulnerables de 65 naciones.

Nada dice tanto de la esencia humanista de la Revolución Cubana como esa cooperación. Por eso el empeño en denigrarla y destruirla. No nos sorprende. Al capitalismo le es ajena la solidaridad.

Fue contra ellos y a pesar de ellos, que se derrotó al colonialismo y al apartheid en África, donde los mejores hijos de la Revolución Cubana compartieron sacrificios y hasta su sangre con los combatientes angolanos, namibios y de otras nacionalidades.  De allí, a donde los imperios siempre viajaron a saquear, solo trajimos a nuestros muertos (Aplausos) y la convicción de haber cumplido con “el más sagrado de nuestros deberes: luchar contra el imperialismo dondequiera que esté”, como nos legó el Che Guevara.

Defensa, educación, salud, ciencia…  La cooperación cubana, hija de la solidaridad como principio, estuvo, está y estará en cualquier ámbito noble de la actividad humana, donde podamos aportar.  Ser solidarios es saldar nuestra propia deuda con la humanidad (Aplausos).

Por ser solidaria y coherente con su historia de luchas y sacrificios, por ser hermana y compañera de los pueblos que resisten, a Cuba se le condena y sanciona sin límites.

Nuestra Patria sufre hoy un estrechamiento criminal del cerco, el recrudecimiento de una política inmoral e ilegal que por más de 30 años la Asamblea General de las Naciones Unidas ha condenado de forma prácticamente unánime, sin que Estados Unidos reaccione a la demanda mundial.

Esa es otra prueba del irrespeto a las normas del Derecho Internacional, que se ha resentido de modo particular con una ley ilegal como la Helms Burton, que persigue y sanciona a terceros países, internacionalizando el bloqueo.

En vista de que no bastan esas trampas para derrotar a un pueblo que lleva 151 años combatiendo por su independencia y no la cederá jamás, el imperio acude ahora a prácticas de asedio, persecución y sanciones contra países, empresas y barcos que contribuyan a transportar combustible a Cuba.

¿Cómo se puede decretar semejante acción y declarar después que se busca aislar al Gobierno cubano y ayudar a su pueblo?

Desde los tiempos del famoso Memorando Mallory, Cuba conoce muy bien, por boca de sus propios creadores, cuál es el fin primero y último del bloqueo.

Decía el funcionario yanqui: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro (…) No existe una oposición política efectiva (…) El único modo efectivo para hacerle perder el apoyo interno al gobierno es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria (…) Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica (…) negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.  ¡Qué perversidad!

No nos cansaremos de reiterarlo para que nadie se llame a engaño. La política de Estados Unidos contra Cuba se hizo muy explícita en ese documento, fechado el 6 de abril de 1960.

Pero antes que el Memorando de Mallory hay otros documentos y  políticas que revelan el carácter histórico de los afanes imperiales con relación a Cuba y al resto de Nuestra América. Desde la teoría de la “fruta madura” y de la Doctrina Monroe, ahora reactivada.

Martí lo vio con más claridad que otros y lo dejó advertido en su testamento político, su carta inconclusa del 18 de mayo de 1895, donde devela el fin superior de su pelea por cambiar los destinos de la Isla.

“... ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber -puesto que lo entiendo y tengo ánimos con qué realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.  Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso…”

A golpe de sacrificios, resistencia, y gracias a la solidaridad, nuestro pueblo ha mantenido su Revolución en todos estos años. La fortaleza del proceso no podría explicarse sin esa voluntad popular. Ni esa voluntad existiría sin el alto nivel de participación del pueblo en su destino.

Porque, hay que decirlo con todas las letras: lo único que no se ha cumplido del citado documento de Mallory es el derrocamiento del gobierno cubano. Los castigos imaginados por el imperio en el súmmum de la crueldad, se están aplicando ahora mismo como si se tratara de una ley.

En cuanto a la solidaridad, a todos ustedes tenemos mucho que agradecerles en la articulación del apoyo material y la ternura de los pueblos.

Y lo decimos hoy, cuando Cuba necesita que se redoble y se multiplique el respaldo a su causa, que es la causa de la soberanía y la libertad de los pueblos de Nuestra América y del mundo.

“No son inútiles la verdad y la ternura”, decía Martí. Y aunque a veces parezca que no se pueden cambiar las cosas, que no pueden derrotar políticas, ni sacudir imperios, la historia de la humanidad y la propia historia de la Revolución Cubana están aquí para probar que sí se puede (Aplausos).

Cuba es la mejor prueba de cuánto puede la solidaridad de los pueblos. Cuando el imperialismo nos alejó de Nuestra América, expulsándonos para honor y suerte nuestra, de la desprestigiada OEA, cuando nos quedamos solos en medio del hemisferio, sosteniendo las banderas revolucionarias de un continente de rebeldía tenaz, aquí se fundó el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (Aplausos).

Fue una idea de Fidel.  No nos interesaba la relación con gobiernos sometidos al imperio, en su ministerio de colonias. Nos interesaba y nos interesa, en primer lugar, la amistad de los pueblos (Aplausos).

La amistad de los pueblos de América y del mundo fue empujando gobiernos. Hoy Cuba sostiene relaciones diplomáticas con más de 160 países y a más de la mitad de ellos ha llegado también con la solidaridad.

Muchos de los líderes políticos y sociales aquí reunidos, recordarán, porque fueron parte de ellos, los encuentros hemisféricos de Lucha contra el ALCA, impulsados por el Comandante en Jefe.

Así nació la Campaña Continental contra el ALCA, que movilizó a millones y sembró conciencia sobre la necesidad de superar diferencias secundarias para alcanzar la unidad de todas las fuerzas y enfrentar aquel proyecto de recolonización imperialista.  ¿Y qué pasó?  Lo derrotamos (Aplausos).

La derrota del ALCA, como la defensa histórica de la Revolución Cubana, son objetivos de lucha exitosos que nos dejan una gran enseñanza: ni fragmentados, ni divididos podemos triunfar. Trabajando desde lo mucho que nos une se pueden construir proyectos comunes frente a la agresión imperialista y a sus aliados oligárquicos.

Contra el bloqueo seguiremos luchando en todos los terrenos. En primer lugar aquí, trabajando, creando y resistiendo sin renunciar al desarrollo.

El recurso más valioso de Cuba es su pueblo: imaginativo, alegre, emprendedor, valiente y creativo. Pueblo que es en primer lugar el artífice de la obra revolucionaria en las condiciones más adversas.

Si hemos elegido juntos el camino del socialismo, incluso cuando el imperio impuso la ridícula teoría del Fin de la Historia, es porque solo con el socialismo alcanzamos la justicia social y la igualdad de derechos para todos.

La unidad en torno a ese proyecto antiimperialista y libertario, socialista y solidario, es la consecuencia de siglos de lucha por un ideal unitario y confirmación de que todo lo debemos a la unidad.  Por eso se empeñan en quebrarla.  Por eso se destinan millones a la subversión política y al financiamiento de proyectos de recolonización cultural.

Nos quisieron vender, envuelto en sofisticados papeles de seda y oropel, un mundo que está estallando en mil pedazos a pocos pasos de nuestras fronteras, en Nuestra América, cuyos recursos han sido transferidos inmoralmente a las trasnacionales en la era del neoliberalismo, que ahora pasa factura.

La receta para su aplicación incluye convencer a las masas de que es el modo más rápido y eficaz de llegar a la prosperidad. El mercado ciego, pero omnipotente, decían, se encargará de que los de abajo disfruten los beneficios que chorrearán espontáneamente de los cuernos de la abundancia en manos de las élites. ¡Qué burla tan cruel!

Así fue como se llegó a la irritante desigualdad que ha hecho que 1% de la sociedad posea más que el 99% restante.

La poderosísima industria de la publicidad y el entretenimiento, que mueve casi tanto dinero como el negocio de las armas o el de las drogas, construyó el mito del acceso de todos al mundo de sueños que un día se transforman en pesadillas para estallar de ira popular.

Entonces aparece el vacío político. Muchos partidos, compitiendo con técnicas de marketing por el limitado poder que el mercado les concede de llegar a administrar las sobras del saqueo, develan la falacia de la democracia que se ha pretendido imponer como modelo de libertad. La mayoría accede al gobierno sin programas reales de transformación económica y social.

Y cuando surgen procesos empeñados en cambiar el statu quo, se pone en marcha el plan de descrédito, el golpe blando, el law fear o judicialización de la política.

Todos los líderes latinoamericanos de las dos últimas décadas, vencedores en algún grado de los peores efectos del neoliberalismo a través de políticas sociales e inclusivas, han sido o están siendo objeto de persecución, acusaciones y hasta encarcelamientos injustos, como el que sufre hace 19 meses el indiscutido líder de Brasil Luiz Inácio “Lula” da Silva. ¡Libertad para Lula! demandamos desde esta tribuna (Aplausos y exclamaciones de: “¡Lula libre!”)  ¡Libertad para Lula, ya!  (Aplausos.)

Vivimos la era de las comunicaciones. Construyamos entonces, juntos, plataformas emancipadoras para oponer a las colonizadoras nuestros mayores esfuerzos y energías en pos de un mundo mejor posible.

Ya pasó la era de la confusión. Nuestros pueblos han pagado muy caro el precio de los ensayos económicos y políticos que solo han llevado bienestar a las élites, al estilo del matón al mando del imperio, que cree que el mundo puede ser comprado y vendido en el mercado de valores.

Las recientes victorias de la izquierda en Bolivia y Argentina, la heroica resistencia de Venezuela y Cuba al cerco económico total, las protestas anticoloniales que le han puesto un freno a las recetas del mercado, no pueden desmovilizarnos otra vez.

La izquierda tiene que aprender y asumir finalmente la dura lección de estos años de lucha en que la fractura y la desunión debilitaron nuestras fuerzas y la derecha se lanzó a la reconquista y a la destrucción de lo hecho.

Aprecio una alta representación de jóvenes en este auditorio y en las calles de Nuestra América donde se ha instalado la protesta contra los abusos del neoliberalismo.

Ver a la juventud rebelándose y combatiendo por sus derechos y por un mejor destino para sus países, es algo estimulante y desafiante a la vez (Aplausos).  Porque, como nos enseñó Fidel, la lucha de esta época se expresa sobre todo en el campo de las ideas.

Para América Latina y el Caribe defenderemos siempre la Zona de Paz, proclamada en La Habana en el año 2014 durante los esperanzadores días de plenitud de una Celac hoy en retroceso.

Son ejemplares en ese sentido las movilizaciones y protestas pacíficas con las que nuestros pueblos están reclamando sus derechos. Y los están conquistando.

Amigos, hermanos, compañeros y compañeras:

En su hermosa Declaración de solidaridad con la Revolución Cubana, ustedes han dejado escrito: “Los pueblos del mundo necesitamos el ejemplo de Cuba”, y han recordado aquella sentencia martiana que no caduca: “Quien se levanta hoy con Cuba se levanta para todos los tiempos”.  ¡Gracias por decirlo y hacerlo! (Aplausos y exclamaciones de: “¡Cuba sí, bloqueo no!”)

Agradezco profundamente a todos los que han venido, de cerca o de lejos, asumiendo sus gastos, para responder a una convocatoria nacida de ustedes mismos, para condenar el bloqueo y articular acciones que contribuyan a derrotarlo definitivamente.

Agradezco especialmente a los líderes latinoamericanos que han sufrido y sufren persecución y castigo por intentar cambiar la historia del abuso por la historia de la liberación de nuestros pueblos.

Hoy queremos reiterar nuestro más firme apoyo y solidaridad con el legítimo presidente de Venezuela, Nicolás Maduro (Aplausos), y la unión cívico militar de su pueblo, y con el Comandante Daniel Ortega Saavedra y el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua, también bajo ataque (Aplausos y exclamaciones de: ¡Viva Sandino!).

Los persistentes intentos de desestabilización que sus gobiernos enfrentan, comienzan a extenderse y lo vemos hoy en la pretensión de las fuerzas de derecha de escamotearle la victoria a Evo Morales en Bolivia, promoviendo la violencia y desconociendo los resultados en lo que a todas luces es la articulación de un golpe que hay que denunciar (Aplausos y exclamaciones de: “¡No pasarán!).

Por eso, desde aquí reiteramos nuestra felicitación a Evo por su convincente triunfo electoral, y a Alberto y Cristina Fernández, quienes abren una nueva esperanza en Argentina (Aplausos).

Nuestra solidaridad, efectiva e invariable, con todas las causas justas que se libran en la región y en el mundo: con la independencia de Puerto Rico (Aplausos y exclamaciones de: “¡Independencia para Puerto Rico!”), cuyo pueblo ha sabido sostener identidad, bandera y afanes independentistas vivos en más de cien años de colonialismo y es un extraordinario símbolo de la poderosa resistencia cultural de América Latina y el Caribe.  ¡Viva Puerto Rico libre! (Aplausos y exclamaciones de: “¡Viva!”)

Apoyamos también la demanda histórica argentina por recuperar la soberanía sobre las islas Malvinas (Aplausos).

Condenamos la intervención imperialista contra Siria y junto a ustedes exigimos respeto a su soberanía e integridad territorial (Aplausos).

Ratificamos también la solidaridad con las luchas de los pueblos palestino y saharaui por el derecho a la libre determinación (Aplausos); con el proceso de acercamiento y diálogo intercoreano y por el fin de las sanciones a la República Popular Democrática de Corea, y con el proceso de paz en Colombia (Aplausos).

Ninguna causa justa nos es ajena, y como nación que debe parte de su existencia a la solidaridad, jamás renunciaremos a su práctica, por convicción (Aplausos).

Hermanos, hermanas:

Ustedes han llamado hoy a la unidad de las fuerzas políticas y el movimiento social y popular de las izquierdas, a continuar formando conciencia, generando ideas y organizándose para la lucha.

Esa lucha la vemos en la batalla por la verdad. Nos toca derrotar las mentiras sobre las que se levantan las guerras de todo tipo contra nuestros pueblos: informando, persuadiendo, movilizando, marchando con los pobres de la tierra, que se cansaron ya de la mentira y del abuso. Proponiendo y creando programas que respondan a las demandas más acuciantes de trabajadores, estudiantes, campesinos, intelectuales y artistas.

El Plan de Acción aprobado nos confirma que los sectores progresistas están conscientes de la urgencia de la unidad, si realmente queremos construir juntos un proyecto emancipador antiimperialista, comprometido con la genuina y tantas veces postergada integración.

A nombre de Cuba, queremos reafirmar ante ustedes que la nueva generación de dirigentes cubanos, formada y educada por la generación histórica de Fidel y Raúl, seguimos siendo revolucionarios, socialistas, fidelistas y martianos (Aplausos), y que no cederemos un milímetro en nuestras posiciones a favor de la independencia, la soberanía y la justicia social. Y como enlace con los pueblos que luchan y resisten, siempre sostendremos como principio fundamental la solidaridad, a la que tanto debemos.

Por eso hacemos nuestras las palabras de Fidel hace más de 50 años cuando, refiriéndose a la temprana solidaridad que encontró la Revolución con su causa, dijo: “El mundo ha sido solidario con Cuba y por eso Cuba se siente cada día más y más solidaria con todos los pueblos del mundo”.

En memoria de Fidel y de Chávez, dos de los grandes de Nuestra América, a quienes tuvimos la suerte de conocer, escuchar y seguir en la práctica más altruista de la solidaridad, retomemos sus obras como guía para el nuevo y desafiante tiempo que nos espera.

Creo que todos sentimos que se están abriendo las grandes alamedas por donde pasan ya hombres libres para construir una sociedad mejor (Aplausos y exclamaciones).

¡Un mundo mejor es posible, necesario y urgente! ¡Luchemos por él!

¡Hasta la victoria siempre!

(Ovación.)



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