El diario de un hombre

Editado por María Candela
2024-10-07 14:50:20

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Imagen ilustrativa.

Por Abel Rosales Ginarte

El asesinato del guerrillero argentino-cubano, Ernesto Guevara, “El Che” encendió su legado. Su espíritu gravita sobre el mundo con un misterioso halo de perpetuidad. En las páginas de su diario en Bolivia, utopías y reflexiones continúan inspirando en este siglo XXI.

Publicado en Cuba por vez primera el 1 de julio de 1968, El diario del Che en Bolivia tiene la introducción de Fidel Castro Ruz. “La forma en que llegó a nuestras manos este Diario no puede ser ahora divulgada; baste decir que fue sin mediar remuneración económica alguna. Contiene todas las notas que escribió desde el 7 de noviembre de 1966, día en que el Che llegó a Ñancahuazú, hasta el 7 de octubre de 1967, vísperas del combate de la quebrada del Yuro. Faltan sólo unas pocas páginas que no han llegado todavía a nuestro poder, pero que por corresponder a fechas en que no tuvieron lugar hechos de importancia, no altera en absoluto el contenido del mismo”, explica Fidel.

Conciente del valor de la historia, de la necesidad de contar sus propios pasos en la gran marcha para alcanzar sus sueños, El Che, anotó con cuidadosa paciencia su andar a pesar de las limitaciones naturales de la guerrilla que encabezó en Bolivia. Así lo valora Fidel: “Téngase en cuenta que fueron escritas en los ratos escasísimos de descanso, en medio de épico y sobrehumano esfuerzo físico y de sus agotadoras obligaciones como jefe de un destacamento guerrillero en la difícil etapa de los comienzos de una lucha de esta naturaleza, que se desenvolvía en condiciones materiales increíblemente duras, lo que revela una vez más su estilo de trabajo y su voluntad de hierro”.

 Aquellos primeros días de octubre de 1967, Guevara describe en su diario el valor que tuvo la radio para conocer mejor la situación que enfrentaban. Le quedan horas de vida. El 6 de octubre destaca: “La radio chilena informó de una noticia censurada que indica que hay en la zona 1800 hombres buscándonos”.

La muerte le sigue los pasos, él lo sabe. “Salimos los 17 con una luna muy pequeña y la marcha fue muy fatigosa dejando mucho rastro por el cañón donde estábamos”, describe El Che en la última nota, la del 7 de octubre. Quedaban horas para el combate final.

 En la introducción de El diario del Che en Bolivia Fidel Castro expone con certeza esa batalla: “Se ha podido precisar que el Che estuvo combatiendo herido hasta que el cañón de su fusil M-2 fue destruido por un disparo, inutilizándolo totalmente. La pistola que portaba estaba sin magazine. Estas increíbles circunstancias explican que lo hubiesen podido capturar vivo”.

Trasladado al pueblo de La Higuera y con la certeza de su destino, Guevara defendió su legado hasta el encuentro con la bala final. “Se negó a discutir una sola palabra con sus captores, y un oficial embriagado que intentó vejarlo recibió una bofetada en pleno rostro”, destacó Fidel.  

La Higuera es una localidad ubicada en el municipio de Pucará al sur de la provincia de Vallegrande en el departamento de Santa Cruz, a 60 kilómetros de la ciudad de Vallegrande. El intento de silenciarlo con la muerte fue inútil. El 9 de octubre de 1967, cuando la bala le arrancó el último aliento, comenzó el misterio a despertar la leyenda. Actualmente una ruta lleva a miles de turistas a ese sitio que El Che puso en el mapa del mundo. En cualquier continente del planeta, aparece su rostro en un desafío constante al olvido.

Pero lo más impresionante es sumergirse en el diario de un hombre que entendió la necesidad de unir a una sola raza desde México hasta el estrecho de Magallanes. José Mujica, reconocido  exguerrillero y político uruguayo tiene en la sala de su casa una foto del guerrillero a quien pudo conocer.

Con la acertada naturalidad de su visión americanista resume la huella de un hombre universal: “El Che sigue estando ahí. Para nosotros es una actitud imborrable, no importa el paso del tiempo”.

 



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