Santiago de Cuba, 26 ago (PL) El Museo de la Música Pablo Hernández Balaguer, único fuera de la capital cubana, enriqueció hoy sus fondos con la donación recibida del Septeto Santiaguero, una agrupación emblemática del panorama sonoro tradicional en Cuba.

Al entregar la colección de los 10 discos, Fernando Dewar, director del colectivo, expresó la satisfacción por integrar las muestras de esa institución, cuya inauguración en el 2015 a raíz del medio milenio de la villa, cumplió un viejo sueño de compositores, instrumentistas e intérpretes de la ciudad cubana musical por excelencia.

El Museo, por su parte, entregó como reconocimiento al Septeto por su fecunda trayectoria una reproducción con la partitura original de Lágrimas negras, antológica pieza del santiaguero Miguel Matamoros, que ha integrado su repertorio en estos 25 años.

Entre los objetos donados resalta por su valor patrimonial la cita magnetofónica con la primera grabación, una antesala de la producción discográfica del grupo, transcurrida en esa primera etapa de la mano de las disqueras españolas Nube negra y Picap.

Posteriormente, los fonogramas han estado a cargo del sello Los Canarios Music, en colaboración y distribución de la principal compañía cubana, la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales.

Esa cosecha incluye dos premios Grammy, con No quiero llanto-Tributo a los Compadres y A mi qué-Tributo a los Clásicos Cubanos, entre cinco nominaciones, una de ellas como aspirante a la versión anglosajona de esos importantes galardones internacionales.

Con actuaciones en unos 35 países, el Septeto ha tenido notable aceptación en escenarios de diversas latitudes y en particular de ciudades estadounidenses, adonde ha llevado su particular estilo de interpretación de la más raigal música cubana con arreglos contemporáneos.

De igual manera, el grupo está inmerso en su primera gira nacional, que venció ya el capítulo occidental para realizar el del Oriente tras finalizar esta etapa veraniega.

Con sus cinco salas expositivas, el Museo de la Música rinde homenaje con su nombre al prominente musicólogo que durante sus estudios de la papelería existente en los archivos de la Catedral, aportó el respaldo documental sobre esa capilla de música en la obra de Alejo Carpentier.