Mijaín López, leyenda, único: cinco oros olímpicos

Editado por Raúl Rodríguez
2024-08-06 22:42:09

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Mijaín López celebra

La Habana, 6 ago (RHC).- El planeta deporte volvió a caer rendido a sus pies. Mijaín López reservó el martes un sitio junto a los Dioses del Olimpo con su quinto oro olímpico, algo que nadie ha alcanzado en una misma modalidad individual en la historia bajo los cinco aros.

Con casi 42 años se burló del tiempo y siguió aplastando rivales. No hay quien lo mueva en un colchón de lucha.

Este martes la sala Champ de Mars Arena cerró por capacidad. Nadie quería perderse al "gladiador historia". Hasta el presidente del COI ocupó asiento preferencial al pie del colchón a la hora exacta. También quiso rendirle tributo al súper campeón.

La afición lo mimaba, coreaba "López, López, López. Astros como Javier Sotomayor y Ana Fidelia Quirós lo aupaban desde las gradas junto a miembros de la delegación de Cuba.

En su casa de Herradura, un poblado rural en el occidente de la isla,  unas 100 personas, incluida su querida madre, empujaban junto a él sobre el colchón. También toda CUBA y, miles y miles en el mundo.

Tendría la Real Academia que crear nuevos adjetivos para este hombre, el de la hazaña galáctica, única, tal vez irrepetible.

El 6-0 final ante el cubano nacionalizado chileno Yasmani Acosta solo confirmó lo esperado por todos. Su quinto oro olímpico y el primero y más esperado de Cuba en París-2024. Antes del chileno cayeron sus otros tres rivales, todos más jóvenes, incluido el favorito campeón mundial iraní Mirzazedeh, quien se atrevió a marcarle un punto.

La histórica quinta medalla se suma a las de Pekín 2008, Londres 2012, Río 2016 y Tokio 2020.

Algunos pensaron que era un imposible que siguiera desafiando el tiempo, pero Mijaín aceptó el reto, superó momentos duros como la muerte de su inolvidable padre, entrenó como nunca y se prometió seguir agrandando la historia.

Y en París cumplió lo prometido, cumplió con todos, sobre todo, con él. A golpe de sacrificio, carácter, compromiso, una fuerza descomunal y mucho más, el roble cubano colocó su nombre en la eternidad.

Desconocemos si derramó alguna lágrima de emoción, el sudor cubría su humanidad y solo sonrió después del triunfo.

La descompresión llegó instantes después, con la ya proyección habitual a su querido profesor Raul Trujillo, alzando en hombros al rey Héctor Milián, con el abrazó a su médico, el doctor Gaínza. Luego agradeció una y otra vez al respetable, regaló cientos de fotos, besó la colchoneta y de rodillas, puso sus históricas zapatillas en el centro del colchón.

Selló así una kilométrica trayectoria deportiva, que parecía eterna. Como diciendo, aquí hizo historia uno de los Dioses del Olimpo.



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