Brasilia, 26 ago (RHC) El fin de la huelga de hambre por la libertad de Lula que mantuvieron siete militantes de movimientos populares durante 26 días abre una nueva etapa de lucha en Brasil, dijo el Movimiento de Pequeños Agricultores.

El acto que encierra esta huelga de hambre no representa el final de esta jornada, al contrario, es una nueva fase que comienza, indicó la organización, una de las participantes en la medida de fuerza, al citar palabras de Jaime Amorim, dirigente del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra.

En un manifiesto difundido al término del ayuno, los militantes de movimientos populares del campo y la ciudad recordaron que con esa medida extrema lucharon por la soberanía popular, por el control de bienes estratégicos como el petróleo y la energía, y por el derecho del pueblo de participar del poder y decidir los rumbos del país.

Además remarcaron que luchan por la liberación del presidente Lula, que está encarcelado desde el día siete de abril, sin delito ni pruebas. Por tanto es inocente y su prisión tiene carácter político.

Mientras el presidente boliviano, Evo Morales, saludó a los huelguistas brasileños que por 26 días reclamaron libertad para el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva.

“Nuestro saludo a los siete hermanos de los Movimientos Populares que estuvieron en huelga de hambre por 26 días en #Brasil, luchando por la libertad del hermano @LulaOficial”, comentó el mandatario en su cuenta oficial en la red social Twitter.

“Ese es el sentimiento del pueblo brasileño que pide justicia y apoya al candidato presidencial #LulaLivre”, agregó.

El fin de la huelga de hambre por la libertad de Lula que mantuvieron siete militantes de movimientos populares abre una nueva etapa de lucha en Brasil, comunicó el Movimiento de Pequeños Agricultores del gigante sudamericano.

Por su parte, el dirigente del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, Jaime Amorim, comentó que el fin de la huelga no representa el final de esta jornada, al contrario, es una nueva fase que comienza.

El expresidente brasileño fue condenado injustamente a nueve años y seis meses de prisión por supuestos delitos de corrupción pasiva y lavado de dinero, sentencia que cumple en una celda de la Policía Federal de la ciudad de Curitiba.