por Guillermo Alvarado
El ministro del Poder Popular de Petróleo y Minería de Venezuela, Eulogio Del Pino, denunció esta semana que Estados Unidos abusó de la tecnología conocida como “fractura hidráulica” para la extracción del petróleo ubicado en mantos cubiertos por rocas de particular dureza y con ello desestabilizó el mercado del crudo, forzando a una baja inusitada del precio del barril lo que afectó la economía de muchos países.
De acuerdo con el funcionario, el gobierno del presidente Barack Obama, con el pretexto de alcanzar la independencia en el suministro de hidrocarburos, llegó a extraer unos cuatro millones de barriles al día por este método, cuestionado en muchos lugares del mundo por su negativo impacto ambiental.
Se trata en concreto de la explotación de depósitos que están debajo de gruesas capas de rocas con el nombre técnico de “lutitas bituminosas”, conocidas generalmente como pizarra o esquisto, cuya dureza impide penetrarlas con los taladros utilizados en la actualidad, por lo que se hace necesario recurrir a procedimientos extremos.
En ellos figura la fractura hidráulica, que muchos insisten en llamar por su nombre en inglés de “fracking”, el cual consiste en inyectar a presiones extraordinarias agua y arena con productos químicos muy peligrosos para romper la roca y llegar al crudo.
El procedimiento es sumamente agresivo por varias razones, entre ellas por el daño que causa en la corteza terrestre, que aún no ha sido evaluado con un adecuado rigor científico, pero que puede favorecer la ocurrencia de sismos y otras perturbaciones.
Además, implica el uso de cantidades extraordinarias de agua, un recurso natural cada vez más escaso en nuestro planeta.
Por si esto no fuera suficiente, los químicos inyectados a presión no se diluyen con facilidad y contaminan durante largo tiempo los depósitos subterráneos del vital líquido y el manto freático, con consecuencias aún insospechadas.
Muchos países europeos prohíben el uso de la fractura hidráulica por su severo impacto en el medio ambiente, pero esto tiene sin cuidado a las autoridades estadounidenses, que utilizaron esta tecnología a discreción para asegurarse su propio suministro de energéticos, bajar los precios y poner en aprietos a los productores y exportadores del resto del planeta, con propósitos claramente geopolíticos.
En este sentido constituye una buena noticia la decisión de la Organización de Países Productores y Exportadores de Petróleo de disminuir la extracción a 32,5 millones de barriles al día durante 2017, con el propósito de equilibrar el precio.
Muy importante fue el papel del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quien en una gira por algunos de los miembros de esa organización, así como durante la Cumbre del Movimiento de Países No Alineados en isla Margarita el mes pasado, promovió acciones conjuntas para defender el mercado internacional de los embates abusivos de Estados Unidos.
Más allá de los temas económicos y energéticos, hay que señalar que en su afán de obtener ventajas, el país norteño ha puesto en peligro, una vez más, el delicado equilibrio ambiental del planeta, donde habita toda nuestra especie.