Por Frank González
Roma, 3 nov (PL) La prolongada secuencia sísmica que estremece hoy el centro de Italia, con esporádicos episodios de devastadora intensidad, tiene su origen en una compleja situación geodinámica interna en las profundidades de la Tierra, debajo de los Montes Apeninos.
Por su estructura geológica, la península itálica es un territorio relativamente joven y aún en proceso de formación, de lo cual se deriva su fragilidad morfológica, reflejada en una fuerte actividad sísmica y volcánica, como señala Piero Farabollini, profesor de Geomorfología y Geología ambiental de la Universidad de Camerino.
Además de estos eventos, añade el investigador, se deben tener en cuenta los continuos y recurrentes fenómenos que provocan erosión como inundaciones, deslizamientos de tierra y avalanchas, los cuales se producen cada vez con mayor frecuencia.
Lo mismo le sucede a los Montes Apeninos, eje transversal que recorre Italia de Norte a Sur a lo largo de mil 400 kilómetros, cual espina dorsal, desde el Golfo de Liguria hasta la península de Calabria, divididos en tres grupos principales: septentrionales, centrales y meridionales.
Aunque todo el territorio italiano está considerado de peligrosidad sísmica, una de las zonas de mayor importancia en ese sentido se encuentra en la región central del país, en una franja a lo largo de los Apeninos que abarca las regiones de Lazio, Las Marcas, Umbria, Abruzo y la porción sur de la Toscana.
En la litosfera de esa área de alta peligrosidad sísmica confluyen tres placas tectónicas, de cuyos desplazamientos e interacción permanente resultan las fracturas o fallas que provocan los terremotos de diferente magnitud, los cuales afectan con relativa frecuencia a esa región: la Africana, la Euroasiática y la Adriática.
Esos movimientos bruscos de la corteza terrestre se producen como resultado de la liberación de una cantidad de energía acumulada por una falla en el hipocentro o foco sísmico, desde el cual se proyecta con furia, de manera vertical, hacia el epicentro en la superficie de la Tierra.
La presión hacia el Norte de la placa Africana sobre la Euroasiática, al igual que la subducción de la Adriática por debajo de ésta, causan las fracturas en el subsuelo del centro de la península, afectado por una secuencia de más de 21 mil eventos sísmicos desde el 24 de agosto último, cuando un terremoto de 6,0 grados de magnitud devastó varias localidades, con un saldo de 298 muertos y cuantiosos daños materiales.
Apenas dos meses después, el 26 de octubre ocurrieron otros dos de 5,4 y 5,9 grados, respectivamente, y cuatro días después otro de 6,5, el mayor en los últimos 36 años en Italia.
Desde una perspectiva general, lo que está ocurriendo en esa porción del país se debe al reordenamiento de los Apeninos en un proceso de asentamiento descendente, lo cual 'sucede en Italia desde hace miles de años', explica el conocido geólogo y comunicador científico Mario Tozzi.
En declaraciones a la prensa, Tozzi expresó que no se puede descartar la ocurrencia de otros sismos de igual o superior magnitud, pues se trata de 'un territorio geológicamente complejo, estrecho, fragmentado, donde es complicado hacer previsiones de cualquier tipo'.
Los especialistas coinciden en que los terremotos de los últimos dos meses pertenecen al mismo sistema de fallas y para comprobar lo contrario habrá que esperar los resultados de los análisis sísmicos que pueden tardar meses.
Por lo pronto, esos eventos sísmicos deformaron una zona de más de 600 kilómetros cuadrados de acuerdo con el análisis preliminar de los datos aportados por el satélite Sentinel 1, de la Agencia Espacial Europea y, en el caso del más reciente, el hundimiento de hasta 70 centímetros de algunas partes de la zona afectada.
En opinión del sismólogo Enzo Boschi, ex presidente del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV), lo que está sucediendo es resultado de la activación de una zona que permaneció tranquila por al menos dos siglos y ahora se activa tratando de estabilizarse, apuntó en declaraciones a la agencia Adnkronos.
'Nuestro planeta es altamente dinámico y algunas zonas con estos movimientos se deforman, las rocas se deforman hasta romperse y liberan esta energía que se transforma en ondas mecánicas, en ondas sísmicas', manifestó el científico, convencido de que 'seguramente habrá sacudidas de asentamiento, como sucede cuando hay terremotos de gran intensidad y durarán mucho, pero mucho tiempo'.