Por: Danier Ernesto González
La Habana, 22 may (RHC) Cuando en 1935 el Servicio Meteorológico de los Estados Unidos organizó una nueva red de alerta de ciclones acordó programar una línea de telégrafo especial para conectar los distintos centros de gestión del 15 de junio al 15 de noviembre.
Esas fechas fueron adoptadas durante treinta años como las del inicio y fin del período de huracanes en el Atlántico, hasta que en 1965 decidieron cambiarlas: la temporada debería durar del primero de junio al 30 de noviembre.
Aunque este semestre abarca más del 97 por ciento de la actividad ciclónica (Neal M. Dorst, 2016), varias depresiones y tormentas tropicales/subtropicales extemporáneas han sido reportadas desde 1851.
Encontramos en la base de datos HURDAT2 que en los últimos 167 años más de veinte tormentas tropicales se originaron en el mes de mayo en el oeste del Atlántico.
La superficie del mar se vuelve más cálida a medida que avanza la primavera, con temperaturas entre 26 y 29 grados Celsius en zonas del Caribe y el golfo de México.
En la tabla anterior están relacionados los primeros ciclones que se formaron por año en lo que va de siglo XXI. Noten que en ocho ocasiones la temporada comenzó antes del primero de junio.
Si incluimos las tormentas Beryl (2012) y Bonnie (2016), la cantidad de organismos ciclónicos formados de enero a mayo aumenta a diez, y llama la atención que nueve de ellos surgieron entre 2007 y 2017.
Recordemos que una tormenta tropical nombrada Zeta existió en 2006 del primero al 6 de enero, pero no perteneció a la temporada de aquel año, ya que su formación se produjo el 30 de diciembre de 2005.
Algunos han cruzado por Cuba
– El ciclón Arlene influyó directamente sobre las provincias orientales del 7 al 8 de mayo de 1981. Durante su existencia los aviones de reconocimiento midieron una presión atmosférica mínima de 999 hPa y vientos máximos sostenidos de 93 km/h.
– Una depresión tropical se desarrolló en el mar Caribe a finales de mayo de 1988 y cruzó por el oeste del país. Era un sistema débil, pero dejó lluvias torrenciales y graves inundaciones desde Cienfuegos y Villa Clara hasta Camagüey.
Según el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos hubo un acumulado diario de 867 milímetros. El Departamento de Asuntos Humanitarios de la ONU reflejó en un informe que varias personas fallecieron y 5 mil 700 viviendas fueron dañadas.
– Otra depresión tropical afectó del 31 de mayo al 2 de junio de 1993. Provocó lluvias intensas en varias localidades: 315 milímetros en Topes de Collantes, 241 mm en Contramaestre, 193 mm en Júcaro y 173 mm en Nuevitas.
El fenómeno meteorológico causó siete muertes. Más de mil 800 casas fueron destruidas. La agricultura fue duramente golpeada.