La Habana, 24 may (PL) Cuba se alista para poner en funcionamiento una pequeña planta experimental de cemento LC3, la primera de su tipo en el mundo, que producirá un producto mucho más ecológico.
Situada en la Universidad Central Marta Abreu de la provincia de Las Villas, la fábrica elaborará de ocho a 10 toneladas del Limestone Calcined Clay Cement (LC3), con bajos niveles de clinker y una alta resistencia a los efectos de cloruros.
La instalación fue construida con la colaboración financiera de Suiza, la Empresa IPIAC, el gobierno y ese centro docente, explicó al diario Vanguardia el director del Centro de Investigación y Desarrollo de Estructuras y Materiales (Cidem), adscrito a la casa de estudios, José Fernando Martirena.
Con un costo de 240 mil euros, la planta está concebida para funcionar de manera ininterrumpida por espacio de seis meses, con una parada por mantenimiento de 15 días, para continuar la producción, detalló.
Martinera adelantó que otras 20 se construirá en todo el país en un plazo de dos años, como parte de la estrategia gubernamental para cubrir el déficit de cemento y aportar así al proceso inversionista nacional.
Esas fábricas “aportarán 120 mil toneladas anuales de ese componente de alta calidad al sistema de la vivienda y la producción local de materiales de la construcción”, apuntó.
El LC3 fue desarrollado desde 2009 por el Cidem y la Universidad Politécnica Federal de Lausana, Suiza.
Ese producto permite rebajar el contenido de clinker hasta un 50 por ciento y sustituirlo por una combinación de arcilla calcinada a la mitad de la temperatura que llevan otros tipos de cementos, y caliza que no lleva calcinación.
Resulta más barato que los cementos tradicionales como el P35; reduce en un 35 por ciento de las emisiones de carbono a la atmósfera, y posee una alta resistencia al ataque de cloruros, excelente para países insulares como Cuba, resaltó.
Según datos internacionales, la fabricación mundial de cemento supera las cuatro mil 400 millones de toneladas y es responsable de entre el cinco y ocho por ciento de las emisiones de carbono a la atmósfera, una realidad que pudiera cambiar con la introducción del LC3.
Para la investigadora suiza Karen Scrivener, el LC3 puede convertirse en un material de construcción esencial, especialmente en las economías emergentes de rápido crecimiento, donde minimizar el impacto ambiental y el consumo excesivo de recursos son prioridad.