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Reikiavik, 4 nov (RHC) Orca (energía, en islandés) es una planta de tecnología de vanguardia en la lucha contra las emisiones de dióxido de carbono que aceleran el cambio climático. Instalada a los pies de un volcán en Islandia, funciona con base en energía geotérmica y secuestra CO2 del aire, lo captura y lo almacena convertido en roca en el subsuelo.
“El dióxido de carbono que vamos a inyectar en el subsuelo, lo vamos a inyectar en este tipo de roca: una roca basáltica. Es una roca muy, muy porosa que actúa como una esponja... El dióxido de carbono entra en la roca, libera metales y forma un mineral de calcita.
“Lo que vamos a formar en el subsuelo se va a parecer más a esto: todos los puntitos blancos son mineral de calcita, es decir, dióxido de carbono que se ha convertido en roca”, explicó Thomas Ratouis, jefe de ingeniería de Orca.
Según la compañía suiza ClimeWorks, propietaria de la planta, Orca puede capturar unas 4 000 toneladas de CO2 cada año.
Por ahora, resulta muy caro. Con la tecnología actual, cada tonelada de carbono convertida en piedra cuesta unos 2 500 euros, pero ClimeWorks confía en dividir por 15 la factura en los próximos años y multiplicar la construcción de plantas succionadoras de CO2 para que tengan un impacto en la lucha contra el calentamiento global.
En el ámbito de la COP26, que por estos días ha sesionado en Glasgow, se conoció el estudio anual Global Carbon Budge, según el cual las emisiones de CO2 se situarán este año cerca de los niveles previos a la pandemia y no se descarta un repunte en 2022.
El reporte señala que “se prevé un aumento del 4.9% este año” a nivel global y, específicamente en la Unión Europea (UE), una subida del 7.6%.
Según los autores del estudio, este “refuerza la necesidad de una acción global inmediata sobre el cambio climático”.
“Espero que los países se tomen en serio este baño de realidad y presenten una propuesta firme y detallada sobre lo que van a hacer para abordar el cambio climático, incluidas las reglas para controlar la transparencia en el acuerdo, pero también un acuerdo entre las partes para abordar cuestiones como plantar árboles, electrificar el transporte, pasar a los coches eléctricos y dejar el carbón”, dijo Corinne Le Quéré, profesora de investigación de la Royal Society en la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de East Anglia.
En ocasión de la COP26, la Alianza global para el abandono del carbón ha ganado 28 nuevos miembros, entre ellos algunos de los países que más lo utilizan. La alianza reúne ahora 165 países, ciudades, regiones, empresas e instituciones.
Sin embargo, algunos de los países más dependientes del carbón del mundo no se han unido a la iniciativa.
Los signatarios se han comprometido a poner fin a toda inversión en nueva generación de energía de carbón a nivel nacional e internacional. También, a llegar a su eliminación completa para 2030 en los países de la OCDE y para 2040 en el resto del mundo.
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