Son las condiciones ambientales las que van a modelar y estructurar las redes neuronales. Para adaptarse a entornos impredecibles y en constante trasformación, nuestro cerebro ha adquirido mecanismos llamados procesos plásticos cerebrales.
Gracias a esas características, el ser humano es posiblemente el mayor éxito evolutivo relativo a la adaptación al medio.
Esa organización neuronal que comienza en la infancia está genéticamente determinada y ambientalmente dirigida, y solo de esa forma el hombre se asegura una mayor probabilidad de supervivencia en un entorno desconocido.
Por otra parte, cuando la integridad funcional del órgano rector se ve comprometida debido a una lesión cerebral, emergen y se potencian propiedades plásticas que permiten el reajuste al entorno con las funciones supervivientes a dicho daño cerebral.
Durante toda la vida
La organización y reorganización neuronal debido a la interacción del ser humano con el entorno no es característica exclusiva de los recién nacidos o de los niños, sino que se mantiene a lo largo de la vida, proceso que nos permite adaptarnos a un medio dinámico.
Científicos de México y España explican que si viviéramos en un entorno siempre determinado, donde un suceso A siempre indicara B, la "plasticidad cerebral" o neuro-plasticidad hubiera podido ser extinguida debido a su ineficacia y su alto costo energético.
Pero existimos en un medio indeterminado, donde un suceso A a veces indica B, a veces C, y a veces Z. Es por ello que sólo los organismos que cuentan con una mayor capacidad de integrar nueva información y conocimiento a través de su asimilación individual a nivel biológico, son los que mejor se adaptan al entorno y, por tanto, los que han prevalecido y prevalecerán durante el desarrollo de la especie humana.