La Habana, 22 agosto (RHC)-Nostálgico y derrotista como el tango, alegre como la rumba, en ocasiones estridente como el rock and roll y siempre melancólico como la bossa nova, el bolero es un género que gana cada día más seguidores, en especial entre los jóvenes, a un siglo de su nacimiento.
Surgido en Cuba, llegó a México a través del estado de Yucatán, sureste del país, y aquí adquirió arraigo y se proyectó al mundo.
Los defensores de este estilo musical, apto para almas atormentadas, con versos de desamor y victimismo, como regálame esta noche, retrásame la muerte o reloj detén tu camino, porque mi vida se acaba, promueven su inscripción como patrimonio inmaterial de la humanidad.
Las gestiones ante el organismo de Naciones Unidas para la Educación y la Cultura, UNESCO comenzaron acompañadas de una gran labor de promoción, que incluye la creación del Instituto para la Preservación y Fomento del Bolero en México.
El organismo se propone acercar a las nuevas generaciones a esta expresión musical, aunque es muy popular entre la generación X, posterior a los baby boomers y los millenials.
Como parte de la campaña ante la UNESCO, el 25 de agosto se inaugurará la muestra Sin saber que existías, te deseaba... El bolero, patrimonio vivo en el Museo Nacional de Culturas Populares.
La exposición incluye partituras, micrófonos, discos, radios, fotografías y atuendos, que contarán la historia de este género en México.
Los siguientes tres días se llevarán a cabo el Festival y Congreso Mundial del Bolero en Ciudad de México, que incluyen presentaciones de más de 30 intérpretes de este género, así como mesas de reflexión para su cuidado, rescate, recuperación y enseñanza, donde participarán autores, músicos y académicos.
El nuevo Instituto para la Preservación y Fomento del Bolero en México es presidido por Graciela Mota, el músico Rodrigo de la Cadena es secretario y Cecilia Margaona tesorera.
Mota indicó que la propuesta para inscribir a este género como Patrimonio Cultural Inmaterial podría estar lista en 2018 y se buscará hacerla de manera compartida con Cuba y otros países.
El primer bolero habría sido escrito por el sastre cubano Pepe Sánchez, creador de Tristezas, a principios del siglo XX, y al principio sólo se tocaba con guitarra, pero pronto se acompañó con trompeta, flauta y violín.
Luego vendría, en 1911, "Quiéreme mucho", del compositor y director de orquesta cubano Gonzalo Roig, que marcó la pauta del género.
México de inmediato fue caja de resonancia del bolero con figuras de la talla del legendario músico-poeta Agustín Lara, los tríos Los Panchos y Los Tres Ases, y el "tenor continental" Pedro Vargas.
Otro tenor mítico, Alfonso Ortiz Tirado, lo llevó a Buenos Aires en 1933 y así se fue extendiendo hasta llegar al siglo XXI de la mano de Armando Manzanero y Luis Miguel, y sus romances sin dejar de lado a Alejandro Fernández.
Estos últimos lo hicieron cantar a los jóvenes, quienes lo habían escuchado de boca de sus padres y lo acogieron con "covers" eclécticos mezclados con rock o pop.
(ANSA)