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Por: Yuris Nórido/ CubaSí
La Habana, 17 dic.- Un día le pregunté a Pancho García qué era lo que le gustaba del teatro. Me miró con cara de fingida sorpresa: "Me gusta todo, niño. ¡Me gusta hasta pasar trabajo!"
Hizo televisión, hizo cine, pero su casa fue el escenario más convencional. "El teatro es el arte primigenio, la prueba de fuego del actor, el vínculo más estrecho que puedes establecer con un espectador".
Por esos días hacía un unipersonal en el Hubert de Blanck. "Es lo más difícil. Cuando estás con otros actores en la escena te sientes parte de un sistema. Los demás actores te sostienen, tú sostienes a los demás actores. Pero cuando haces un monólogo no hay red de seguridad. Pero a mí me emociona eso: justo antes de salir siento un cosquilleo por todo el cuerpo. Como si estuviera frente a un precipicio a punto de saltar. El salto al abismo es el momento más sublime de un actor".
¿Y los aplausos? "Los aplausos siempre son una despedida, un hasta luego. Últimamente, cada vez que me aplauden, pienso que un día será la despedida definitiva, el hasta siempre. ¿Tú crees que habré dejado alguna huella? Bueno, si no la dejé a mí me basta con lo que he vivido. Yo he dejado trozos de mi vida sobre el escenario".