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La Paz, 28 oct (RHC) La poesía conmueve hoy a quienes asistieron a la proyección de la película peruana La Pasión de Javier, del director Eduardo Guillot, como parte del 18 Festival de Cine Latinoamericano y del Caribe.
Premonitoria fue la presentación en la Fundación Cinemateca a cargo de la embajadora del país sudamericano, Karina Palacios, quien renunció al usual discurso de rigor tras expresar a quienes colmaban la sala el saludo del presidente de su país, Pedro Castillo.
En su lugar, leyó un fragmento del poema El Río, del bardo y guerrillero mártir asesinado a los 21 años de edad en 1963 en la amazonia peruana Javier Heraud, en el cual uno de los más brillantes vates de su generación vaticinó lo que a la postre resultó su destino trágico.
Palacios agradeció la víspera a los responsables del tema cultural en el Grupo de Países de América Latina y el Caribe en Bolivia por la selección de la muestra iniciada el 24 de octubre y que cerrará el día 30 con la proyección del filme cubano, ¿Por qué lloran mis amigas?
Mela Márquez, directora de la Cinemateca, expresó que la elección del biópico sobre el destacado estudiante de literatura y poeta relevante constituyó un digno homenaje al Día del Patrimonio Audiovisual y al 30 aniversario de la Memoria del Mundo para América Latina y el Caribe.
Interpretada de manera convincente hasta arrancar lágrimas a muchos de los asistentes por Stefano Tosso y Vania Accinelli (Laura), la musa del apasionado creador, la cinta a ratos recuerda a Diarios de bicicleta, de Alejandro González Iñárritu.
La banda sonora surgida del talento de Nuno Malo y a la medida del lirismo de cada fotograma constituye un eficaz sustento a esta historia tratada con más énfasis en la humanidad de este joven que en las cuestiones épicas, lo cual resulta un acierto.
Para los amantes de la historia de la literatura hispanoamericana resulta revelador cómo la cinta refleja los vínculos de Heraud con otros intelectuales peruanos que asumieron voz propia a finales de la década de 1950 y principios 1960.
Otras virtudes de esta película son el juego con el tiempo a través de retrospectivas y el recurso del “cine dentro del cine” con el que Guillot rinde tributo al genio del suspenso Alfred Hitchcock. (Fuente: Prensa Latina).