Bayamo, Cuba, 22 ene (PL) Un mar de pueblo inundó las calles de esta ciudad para celebrar la coronación de Granma como el campeón número 18 del béisbol cubano, una quimera que dejó de serlo el domingo tras consumarse la barrida sobre Ciego de Ávila.
Luego de varias semanas de intenso accionar, la postemporada de la pelota nacional llegó este domingo a su fin con el triunfo de Granma, que destronó a los avileños, monarcas en 2012, 2015 y 2016.
Cuando el derecho Miguel Lahera dominó a Raúl González en inocente elevado al jardín central y cayó el out 27 del choque del domingo comenzaron a explotar cientos de fuegos de artificio y la gente se lanzó a las calles con sonrisas de oreja a oreja.
Muchos todavía permanecía incrédulos. Granma jamás había disputado siquiera una finalísima de la Serie Nacional. Pero el deporte es inmenso y da oportunidades a todos para tocar la gloria.
Y Granma aprovechó su oportunidad.
Con un núcleo de jugadores dirigido por Carlos Martí y liderado por el slugger Alfredo Despaigne y el derecho Lázaro Blanco, los Alazanes hicieron realidad lo imposible, obraron un milagro quimérico, inédito, impensado incluso para las mentes más relevantes del país en temas beisboleros.
Despaigne y Blanco, junto a Carlos Benítez, Roel Santos y Guillermo Avilés, además de varios refuerzos de gran calibre como el receptor Frank Camilo Morejón, los tiradores diestros Noelvis Entenza y Miguel Lahera, el torpedero Yordan Manduley, el antesalista Yunior Paumier y el jardinero Dennis Laza, dejaron sin habla a locales y forasteros.
Solo en cinco ocasiones previas un equipo había barrido a otro en una finalísima: Pinar del Río (1997), Santiago de Cuba (2000, 2008) e Industriales (2003, 2004) eran los protagonistas.
Granma, con la sabia dirección de Martí, se sumó a ese grupo exclusivo, tras consumar la barrida este domingo por 4-0 ante Ciego de Ávila.
Al abrir la serie por el título, los Alazanes se robaron el show con dos victorias en calidad visitantes ante los campeones defensores, por 4-3 y 3-2. Muchos todavía creían que Ciego de Ávila era capaz de revertir la situación.
Tras llegar a Bayamo, los granmenses no dieron tregua y ganaron los juegos tres y cuatro, por 10-1 y 3-2, para sentenciar la eliminatoria, conquistar el título nacional, y sacar pasajes a la Serie del Caribe de la urbe mexicana de Culiacán, del 1 al 7 de febrero.
Horas después de salir campeones y recibir el trofeo que los acredita como tales, los jugadores granmenses salieron a recorrer las calles bayamesas, una trayectoria que iluminó de alegría a toda la ciudad y la convirtió en el centro de Cuba, al menos por un rato.
Por mucho, se trata del hecho histórico más importante vivido por la provincia a nivel deportivo en todos los tiempos.
La gente gritaba, cantaba e incluso lloraba en los festejos. Abrazos, saltos, carreras, personas acostadas sobre la grama del estadio Mártires de Barbados, se vio de todo alrededor de la victoria. Había un factor común entre todos: amor a la camiseta de su equipo Granma y delirio por el béisbol.
El corazón del béisbol late fuerte en Cuba. Más allá de carencias y nivel real, el deporte de las bolas y los strikes vive en el país, es todo un fenómeno de masas, es un espectáculo en toda la regla.
En pocos días los reflectores alumbrarán la Serie del Caribe y un poco más adelante, en marzo, quedarán todos dirigidos hacia el Clásico Mundial.
Mientras tanto, solo resta decir: ÂíFelicidades campeones!