La Habana, 6 jun. (Granma) El bateador hace un swing grande y la pelota se aleja del home y viaja a gran velocidad hacia los jardines. Parte de la afición presente se pone de pie. Todo indica que Su Majestad el Jonrón hará acto de presencia. Pero, súbitamente, la esférica choca contra una de las vallas, rebota, cae al césped y el bateador-corredor llega quieto a la intermedia.
Es un doble o tubey, el extrabase más abundante del béisbol. Las estadísticas lo demuestran: en la 57 Serie Nacional en su etapa de seis equipos se conectaron 360 cuadrangulares, 75 triples y 759 biangulares, más del doble de jonrones. Y para muchos especialistas existe una controversia, unos alegan que un doble es expresión de poder y otros afirman que no.
Quienes lo consideran un batazo para el cual no se necesita poseer fuerza, argumentan la posibilidad de apuntarse un tubey con un elevado corto a los bosques al que el jardinero no puede llegar a tiempo para fildear; la bola pica, se desvía ligeramente y le da tiempo al bateador a deslizarse en segunda sin ser puesto out.
Los adversarios a esta tesis sacan a relucir la multitud de conexiones que pegan contra las cercas por muy poco, una pulgada o dos en centenares de casos y que, de no ser así, se hubieran convertido en jonrones. Sus autores son, por regla general, jugadores que le tiran recto a la pelota y poseen tacto suficiente para dirigir sus batazos hacia cualquier ángulo del terreno.
Controversias aparte, lo cierto es que el doblete es un factor importante en la ofensiva de cualquier equipo. Colocar un corredor en segunda –sobre todo si es con menos de dos outs–, significa tener un alto porciento de anotar una carrera, muchas veces decisiva si se produce en los últimos capítulos del juego.
Por esa razón no resultaría ocioso repasar la lista de los diez máximos productores de este batazo, tanto en nuestra Serie Nacional como en las Grandes Ligas.
MICHEL, BORRERO, MERIÑO
Desde su debut en Series Nacionales, Michel Enríquez demostró condiciones de ser un buen bateador, sobre todo para la mano contraria. Como la mayoría de los peloteros de la Isla de la Juventud, Michel aprendió a dirigir la pelota hacia el jardín derecho, aprovechando las dimensiones del parque Cristóbal Labra en aquella época.
Como además es un buen corredor, era lo más lógico que muchos de sus batazos por la banda contraria los convirtiera en dobles. Así llegó hasta los 418, con promedio de uno cada 12,65 veces al bate, superior al del resto de los jugadores, incluso, los de Grandes Ligas.
Por primera vez en las múltiples tablas estadísticas publicadas en esta sección Temas Beisboleros, cuatro zurdos clasifican entre los diez primeros. Ariel Borrero, ya retirado, es el puntero de todos con sus 412 biangulares, buena parte de ellos colocando la pelota entre los jardines derecho y central. Borrero, apodado El Remolcador por su habilidad para impulsar carreras, fue un puntal de Cuba en el triunfo ante Venezuela en el Primer Clásico Mundial, al conectarle un sencillo al mejor lanzador zurdo de las Grandes Ligas en ese momento, Johan Santana, para fletar una carrera importante.
Solo tres entre los cientos de bateadores que han desfilado por nuestras Series Nacionales en 57 años han podido arribar a la cifra de 400 dobletes. El tercero es un receptor santiaguero cuyo físico era atípico para esa posición: delgado, fibroso, rápido en el corrido de las bases. Rolando Meriño poseía, además, una buena técnica de bateo que le permitía dirigir líneas por todas las bandas. Por todas esas razones pudo sobrepasar los cuatro centenares de tubeyes.
De los diez integrantes de la tabla en Series Nacionales, nueve acumulan más dobles que cuadrangulares. Hay una sola excepción: Antonio Muñoz. El Gigante del Escambray es el séptimo en la relación de dobles y es quinto entre los máximos jonroneros con 370, igualado con Romelio Martínez. A la hora de escoger un equipo Todos Estrellas de todas las Series, Muñoz tiene en el bolsillo la designación como inicialista.
SPEAKER, ROSE, MUSIAL, BIG PAPI
Le llamaban el Águila Gris por el color de su cabello desde que era joven. Para hablar de Tris Speaker es necesario hacerlo en mayúsculas: más de 3 500 jits, 1 381 bases por bolas y solo 220 ponches en más de 10 000 veces al bate, entre los diez primeros en average, con 345, y puntero absoluto en dobles.
Speaker no tenía secretos para batear. Según declaró en una ocasión: «yo no tengo reglas para batear, simplemente mantengo mis ojos sobre la pelota y coloco mis líneas entre el primera base y la raya de cal, así es como conecto mis dobles».
Detrás de Tris clasifica uno de los más grandes bateadores de los últimos tiempos, el líder en jits (4 256), juegos (3 562) y veces al bate (14 053). Pete Rose, además resultó ser el único jugador de Grandes Ligas con 500 o más juegos en cinco diferentes posiciones: 1B (969), 2B (634), 3B (634), LF (671) y RF (595). Muchos de sus 746 tubeyes fueron gracias a su tremenda agresividad corriendo las almohadillas, lo que provocó más de una reyerta con sus rivales.
El tercero en la lista es una de las leyendas del béisbol. Hijo de inmigrantes polacos, el que hubiera visto por primera vez a Stan Musial pararse en el home pensaría: «no se puede batear en esa posición, enroscado como un tornillo». Pero así conectó 3 630 jits (1 815 jugando como visitador y como home club) con 475 cuadrangulares y esa gran cantidad de dobles, la mayoría líneas largas hacia el jardín derecho. Sus siete títulos de campeón de bateo hablan por sí solos de su gran clase.
Por último, las palmas para el décimo en la lista, único latino, el dominicano David «Big Papi» Ortiz. Es también el único con más de 600 dobles y 500 cuadrangulares. Un detalle: está empatado con Babe Ruth con más jonrones como visitador en una temporada, 32 en el año 2006.
Al parecer, los zurdos son más productores de biangulares que los derechos, pues en la relación de Grandes Ligas hay solo tres bateadores diestros (Biggio, Lajoie y Wagner), los siete restantes se paran del otro lado del plato. No debe de ser por nada especial, pero es bueno recordar que los zurdos están aproximadamente un paso más cerca de primera base, una ventaja apreciable.