Barranquilla, Colombia, 26 jul (PL) Aunque Colombia, como Suramérica entera, es tierra de fútbol, en la capital del norteño departamento del Atlántico también se respira béisbol. Y quizás la muestra más grande es que su máximo exponente de todos los tiempos nació aquí.
El exparacortos Edgar Rentería califica como una de las personalidades más queridas de Barranquilla. Su legado en el deporte de las bolas y los strikes aparece con orgullo junto al de la cantante Shakira o la actriz y modelo Sofía Vergara, y ahora quedó inmortalizado con un moderno parque que lleva su nombre.
La magnífica estructura surgió a partir de la remodelación casi íntegra del antiguo campo beisbolero Tomás Arrieta. Allí, bien cerca de donde corrió descalzo y jugó sus primeros pitenes de barrio cuando era un niño, el dos veces campeón de la Serie Mundial (1997 y 2010) de las Grandes Ligas del béisbol de Estados Unidos, posee un nuevo hogar.
El coloso, edificado especialmente para estos Juegos Centroamericanos y del Caribe, vivió su noche de estreno hace apenas par de meses, con un duelo fraternal entre las escuadras de Colombia y Venezuela, en la que -por supuesto- no faltó la presencia de un emocionado Rentería.
Durante el transcurso de los Juegos Centroamericanos Barranquilla-2018 llegar hasta el flamante escenario es una visita casi obligada para cualquier periodista local y foráneo.
No solo para ser testigo de una de las disciplinas que más rivalidad levanta en los Juegos, sino para apreciar una estructura de primer nivel mundial, donde además de su excelente terreno, sobresalen tiendas y bares, lujosos palcos y hasta un museo próximo a su apertura dedicado al béisbol colombiano.
Cientos de aficionados se dan cita diaria en sus tribunas para saborear la fiesta beisbolera. Aunque la mayoría son de casa, da lo mismo si el que juega es Cuba, Puerto Rico o República Dominicana. Una cerveza en mano y a disfrutar de buen béisbol.
Este estadio significa la culminación de un sueño que tuvimos siempre los barranquilleros de tener un escenario de esta categoría, a donde puedan venir todos los equipos grandes del Caribe y Centroamérica y por lo menos de las ligas A y AA de Estados Unidos, comenta a Prensa Latina Jorge Belilla, uno de los fanáticos presentes en el graderío.
Con él vino su amigo Juan Pablo, un caleño que anda de paso por La Arenosa, de donde sí es natural su esposa.
Soy del interior del país, pero amante del béisbol y estoy tremendamente impresionado con la calidad del espectáculo que lograron montar los barranquilleros con este escenario. Estoy feliz de estar acá y espero regresar para muchos otros torneos, señaló.
Más ensimismado en los lanzamientos y batazos se encuentra Carlos Araujo, un profesor de Matemática de la Universidad del Atlántico. Además de los números y las ecuaciones, su otra pasión es la pelota y con este recinto ve culminado un anhelo de muchos años.
En los últimos tiempos Los Caimanes, el equipo local de la liga de invierno, estaba jugando en algunos pueblos por aquí cerca y nosotros estuvimos sin béisbol. Ahora estamos bastante contentos, pues ya los tendremos de regreso, comentó.
Sobre el aforo reconoció que no es tan grande, pero acorde a la cantidad de fanáticos existentes en la ciudad, porque a veces se hacen unos estadios inmensos pero la mayoría del tiempo están vacíos, agregó.
La majestuosidad del parque trasciende sus tribunas y diamante; también la fachada y los alrededores fascinan por su excelencia. Una estatua en bronce del exjugador resguarda la entrada. Bate en mano y con cuatro metros de altura, el monumento inmortaliza sus instantes más brillantes.
Sacarse una foto es ejercicio obligado para el traseúnte. No siempre se tiene el chance de encontrarse cara a cara con la versión en metal de una leyenda viva.
Por Raúl Alejandro Del Pino Salfrán.
Foto: José Céspedes