La Habana, 1 Abr (JIT) Miguel Ángel López Castro, uno de los ocho cubanos insertados en la Liga Argentina de Voleibol, se convirtió este año en la gran estrella del plantel UPCN Voley San Juan.
Pero cuando su equipo se disponía a discutir las semifinales llegó la suspensión del torneo a causa del impacto de la COVID-19.
Entonces quedó varado en esa ciudad, donde el cierre inmediato de las fronteras le impidió llegar a Buenos Aires de camino a la Isla. Su club lo ubicó en un apartamento y allí cumple el aislamiento obligatorio, extendido el pasado lunes por 15 días más, según comentó a JIT.
López Castro acaba de cumplir 23 años de edad, y a pesar de su baja estatura para este deporte (190 cm), posee notable saltabilidad, reconocido poder en ataque y servicio, y una explosividad de la que ya ha hecho gala con la selección nacional de Cuba.
En la etapa regular de la liga del país sudamericano terminó tercero entre los máximos anotadores y en el acápite de más puntos por set. Además se ubicó quinto en saque.
Antes de incursionar en Argentina, donde ya acumula tres temporadas, Miguel Ángel sumó varios partidos internacionales. Eso porque arribó a la Escuela Nacional de Voleibol en 2015 en calidad de invitado y participó en campeonatos mundiales y de Norceca; en copas panamericanas sub-19 y sub-21, y en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, tras lo cual ganó oficialmente su matrícula en el centro.
¿Cómo pasas estos días sin compañía?
Tengo espacio para entrenar. El preparador físico del equipo me orientó una rutina de ejercicios y puedo hacer varias cosas más con lo que cuento, más las sillas, la mesa y otros muebles de la casa.
El resto del tiempo me mantengo entretenido viendo series y jugando play station. Así son mis días. También descanso y trato de relajarme lo más posible, para que pase rápido todo esto.
La comunicación…
Hablo todos los días con mi familia. En Cuba están mis padres Miguel Ángel y Elcida Juana, y mis hermanas Yasnay y Mildrey. También mantengo contacto sistemático con la Federación Cubana de Voleibol».
¿Sereno?
Al principio estuve muy ansioso, pero ya estoy tranquilo. Además he cumplido todas las medidas que se requieren en estos casos.
¿Cuánto te han ayudado las temporadas en Argentina?
Muchísimo. He tenido muy buenos entrenadores, quienes han sabido sacar lo mejor de mí. Camilo Soto, de Gigantes del Sur, y Fabián Armoa, de UPCN Voley San Juan, han sido claves en mi desarrollo.
Con el primer conjunto quedé en deuda en dos temporadas. Nunca pudimos pasar a la semifinal. En esta edición con UPCN tenía muchas posibilidades de salir campeón.
Igual conservas agradables emociones…
Sí, me quedé con lindos recuerdos y positivos consejos de compañeros más experimentados, que me han servido de mucho.
Acabas de cumplir 23 años de edad… ¿Planes inmediatos?
Ya me siento preparado para enfrentar cualquier liga. Tengo pensado jugar en Brasil. Estamos en conversaciones con el Club Sada Cruzeiro, uno de los cinco mejores del mundo. Ese avance a la Súper Liga Brasileña va a ser muy importante.
¿Qué te propones como voleibolista?
Mis sueños están junto a la selección de Cuba: llevarla a los más altos reconocimientos mundiales. Espero que entre todos podamos lograrlo.
¿Qué eventos recuerdas con agrado hasta ahora?
Los campeonatos mundiales sub-21 y sub-23 celebrados en 2017, así como todos los torneos del año pasado. Esos recuerdos son inolvidables. Obviamente tengo otros que califican como malos, pero han sido motores impulsores para el equipo.
¿Cuáles?
Los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018. No pudimos subir al podio tras ganar la eliminatoria de forma invicta. Caímos frente a Colombia en semifinales y luego por bronce contra México. Y en enero último, en el Preolímpico de Canadá, perdimos ante los anfitriones el boleto. No puedo olvidar eso. En ambas ocasiones salí con un nivel depresivo bastante alto.
¿Siempre fuiste así de fogoso y combativo?
Desde los nueve años mi deporte es el voleibol, aunque solo observaba los partidos. Practiqué béisbol y taekwondo, pero mi pasión siempre fue esta.
Junto a mis padres, quienes me han apoyado mucho, he batallado con ese fervor para alcanzar mis sueños, siempre enfocado en el colectivo y con la ilusión de obtener triunfos a nivel de equipo. Eso es lo que marca la historia y no las individualidades.
Oriundo de Cienfuegos… ¿Dónde iniciaste tu carrera?
Nací en la capital, pero toda mi familia es de Amancio Rodríguez, en Las Tunas. Se trasladó a la Perla del Sur por el trabajo de mi papá, quien era militar.
Tu sugerencia en esta etapa de COVID-19…
Quiero aprovechar para pedirle a mi pueblo que se quede en casa por su familia y amigos, también por los demás, que tome todas las precauciones para que juntos puedan vencer pronto esta pandemia y volver a la vida cotidiana.