La Habana, 24 jul (JIT).- El 24 de julio de 1996 siempre será inolvidable para la judoca Driulis González Morales y para el deporte cubano, pues ese día la hija ilustre de Guantánamo (este), se llevó el título en los 56 kg durante los Juegos Olímpicos de Atlanta.

No había cumplido los 23 años cuando la cubana alcanzó la gloria del Olimpo en el Georgia World Congress Center de la ciudad estadounidense, elegida sobre la esperada Atenas para conmemorar el centenario de las citas bajo los cinco aros.

La antillana, seleccionada años después para el Salón de la Fama del judo,  era de las favoritas para llegar a la final por sus resultados anteriores y fue ubicada en la parte de abajo del organigrama, en tanto por arriba estaban la japonesa Noriko Mizoguchi, la sudcoreana Jung Sun-Yong y la española Isabel Fernández.

A pesar de su palmarés como medallista de bronce en la anterior cita de Barcelona 1992 y campeona mundial en Makuhari, Japón, en 1995, las expectativas estaban en si sería capaz de imponerse también a una lesión sufrida pocos meses antes del torneo.

Las dudas llegaron en abril con la fractura de dos vértebras cervicales en un evento internacional. La hazaña de la guantanamera, de estirpe que la llevó a convertirse en la Reina del judo cubano hasta hoy, tiene además la gran capacidad de su recuperación.

Muchas veces ha referido que el doctor Rodrigo Álvarez Cambra le diagnosticó una grave lesión y aunque no fue necesario operarla debió estar inmovilizada por dos meses. Siguió una etapa de rehabilitación y solo tres semanas antes de los Juegos pudo volver a los entrenamientos. Incluso llegó con una Minerva a la sede.

El profesor Ronaldo Veitía Valdivie igualmente apostó por la garra y calidad de su pupila.

El esperado día, el quinto del certamen, Driulis sabía que sus adversarias tratarían de atacar con técnicas para provocarle una lastimadura y sacarla de esa forma del camino a la fama.

Para más tuvo que combatir desde la primera ronda. La francesa Magali Baton fue la primera rival, a la que solo pudo derrotar por ventaja de Koka (2-1), que entonces era la mínima puntuación y ya no se usa.

La holandesa Jessica Gal había quedado libre en la fase inicial para convertirse en la siguiente rival, ante la cual se impuso nuevamente pero por superioridad de Wazari, que sí se mantiene en los combates actuales.

De más exigencia fue la subcampeona de la anterior edición, la británica Nicola Fairbrother. Ya la cubana había sentido dolores en las dos primeras peleas pero se reservó no decirlo a sus entrenadores. El resultado contra la inglesa fue favorable por Yuko, igualmente eliminado en las actuales reglas.

En semifinales Veitía y Driulis estaban conscientes de ser un mayor desafío. Y como era normal en la caribeña no dio tregua y tuvo siempre la iniciativa. Ello le dio el triunfo por Ippon, culminación máxima que se mantiene.

Ya acumulaba cuatro triunfos antes de discutir la medalla dorada con la sudcoreana Sun-Yong, quien fue quinta en Barcelona. A pesar de que la cubana la había derrotado en el Mundial de 1995, era una gran contendiente. Se impuso la calidad y la garra de la cubana por ventaja de Yuko.

Se recuerda en las trasmisiones del evento el gran abrazo con Veitía y luego la vuelta de la victoria con la bandera cubana ante el público de la instalación, seguidos por cámaras de los fotógrafos y de la televisión, en una cita marcada por la hostilidad hacia la delegación de la Islas por autoridades y los contrarrevolucionarios.

Driulis, la Reina del judo cubano, consiguió así su segunda presea de un total de cuatro tras la participación en cinco Juegos Olímpicos con plata en Sydney 2000 y el bronce en Atenas 2004. En su última cita la de Beijing 2008 no puso subir al podio.

González también acumuló tres oros, dos platas y par de bronces en certámenes mundiales y resultó campeona tres veces en Juegos Panamericanos, entre muchos otros logros a nivel regional y distintos eventos internacionales.

Tomado de Jit