Por Víctor Joaquín Ortega
La Habana, 6 oct (RHC) El dolor se ha multiplicado, como ha dicho Fidel, en la despedida de duelo de los Mártires de Barbados. 15 de octubre de 1976: la Plaza de la Revolución se ha llenado de lágrimas, continuadoras de las que surcaron los rostros al saberse la triste verdad. También de coraje, de batallas, de erguimiento frente a lo perverso.
He tenido que vencer el llanto externo e interno -el más lacerador- para poder escribir sobre mis compañeras y compañeros asesinados en un sabotaje en pleno vuelo a un avión de Cubana el pasado día 6.
A varios de esos esgrimistas los entrevisté poco después de una victoria o en el amargor de un revés. Traté de elevarlos en la poética de una crónica, profundicé en sus habilidades, esclarecí sus perspectivas… Ahora nunca más los podré ver… ¡Ya no existen! Tengo que vencer la tristeza. Más bien debo situarla en las cuartillas: cada palabra es un arma contra la maldad.
Fidel señaló al clausurar el acto: «Nuestros atletas, sacrificados en la flor de la vida y sus facultades, serán campeones eternos en nuestros corazones. Sus medallas de oro no yacerán en el fondo del océano: se levantan ya como soles sin manchas y como símbolos en el firmamento de Cuba. No alcanzarán el honor de las olimpiadas, pero han ascendido para siempre al hermoso Olimpo de los mártires de la patria».
Y advirtió: «Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen de Barbados y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla…»
Debo vencer cualquier blandenguería. Como expresó Martí, el lamento es de ruines, y nos mostró cómo llevarlo al combate para no quedarnos en la ruindad. Entonces, a escribir a partir de lo que aprendí durante mi estancia como corresponsal de guerra en la tierra del Tío Ho: el dolor, el odio, hay que convertirlos en hechos concretos contra el enemigo.
Así me lo sintetizó uno de los soldados vietnamitas durante mi visita a la sala de quemados del hospital Saint Paul, donde uno de sus familiares se debatía entre la vida y la muerte, lesionado con el napalm al halar de un árbol. Había una bomba disfrazada de muñeca arrojada por un Phantom. Voy…
Son las mismas manos. Las que asesinaron a Julio Antonio Mella en la esquina de Abraham González y Morelos. Las que acribillaron el pecho de Pablo de la Torriente Brau en Majadahonda. Las que obligaron a entregar los pulmones a Rubén Martínez Villena. Las que obligaron a hacer historia en El Morrillo a Guiteras y Aponte. Las que balearon por la espalda a Jesús Menéndez. Las que nos dejaron sin José Antonio Echeverría. Las que arrancaron los ojos a Abel Santamaría. Las que dispararon sobre Marcelo Salado. Las que desaparecieron a Fulgencio Oroz. Las que convirtieron en catástrofe el vapor La Coubre. Las que invadieron por Girón. Las que quitaron la vida a Manuel Ascunce, Conrado Benítez y Pedro Lantigua… Las que robaron territorios a México. Las que traicionaron a Sandino. Las que realizaron la masacre de Son My. Las que crearon bombas especiales contra los vietnamitas. Las que mataron a Rigoberto López Pérez, el ajusticiador de Anastasio Somoza. Las que intervinieron en Cuba, Haití, Santo Domingo, Nicaragua… Las que llevaron a la muerte al presidente Allende. Las que ultimaron a Amílcar Cabral. Las que intentaron volver a someter a Angola. Las que creyeron destruir al Che en aquella escuelita.
Son las mismas manos y pertenecen al capitalismo. Son las mismas manos, herederas de la misma ignominia. Son las manos de los gringos las organizadoras del atentado al avión de Cubana en pleno vuelo.
Nuestro llanto se convirtió en odio contra el enemigo, se tradujo en acciones por un mundo más justo y hermoso. No es solo sentir y decir que estamos dispuestos a combatir, es tratar de ser mejores en nuestra trinchera diaria, en la heroicidad cotidiana, en el cumplimiento del deber.
Calidad y productividad mayores en la pesca y el dibujo, en la caña y la crónica, en la construcción y el poema, en los zapatos y los filmes. Los Mártires de Barbados impulsan.
Mejor adiestramiento del soldado. Correcto aprovechamiento de los estudios. Más fuerte la lucha para lograr una patria cada vez más revolucionaria, más digna, más socialista e internacionalista. Los mártires de Barbados impulsan. Tampoco debe flaquear el atleta en sus entrenamientos o competencias.
Ya cerca de mis 80 años siento verdadera lástima por aquellos que desconocen las realidades de nuestra historia y le hacen el juego a la gringada. No hay virtud ahí, no la hay.
Pronto se cumplirán 45 años del asesinato de nuestros esgrimistas y otros cubanos dignos e inolvidables. Su ejemplo, su sangre derramada, no merece ser olvidada. Ellos tienen que seguir impulsando.
Tomado de JIT.