Santiago de Cuba, 27 mar (JIT).- Entre jugar el mejor partido y el más importante radica una diferencia puntual en el fútbol. Y eso bien puede explicarse con lo conseguido este domingo por la selección nacional de Cuba. El juego ante Guadalupe, que decidía el futuro a mediano y largo plazos, no fue de lejos el mejor, pero figurará para siempre entre los memorables. Desde hoy Cuba jugará al máximo nivel de Concacaf porque la victoria de 1-0 sobre su rival le permitió mantener el liderato del grupo A del segundo escalón de la Liga de Naciones de Concacaf 2022-2023. Llega el ansiado salto cualitativo en un archipiélago señalado por su escasa actitud para jugar al fútbol. Sin embargo, el primer nivel de la Liga se jugará por derecho propio. Ahora esperan rivales de otra envergadura, incluso de clase mundial como México, Estados Unidos y Canadá. Eso no quiere decir, ni de lejos, que a esa estatura juegan los del patio, pero sí que se aspira, aunque parezca utópico. La Copa Oro de la Concacaf 2023 inscribió, por derecho propio, por merecimientos, a la selección cubana, dueña desde hoy del boleto como ganador del grupo. El reto amerita un esfuerzo de otra magnitud. Quizá la selección demanda algún retoque y así convino en señalarlo Pablo Elier Sánchez, director técnico del combinado tricolor. «El reto que tenemos es un poco más alto, de ahí que debemos prepararnos. Es cierto que hoy jugamos sin varios titulares, pero en la medida que el nivel aumenta debemos reforzar algunas posiciones y en eso vamos a enfocar nuestro trabajo», expresó el timonel. Así afloró la mesura, entre el júbilo y la celebración de los santiagueros que colmaron el estadio Antonio Maceo y vieron un gol bello e importante de Yasnier Matos. «Estoy muy contento de poder ayudar al equipo con el gol. Estábamos muy comprometidos con la clasificación y la hemos logrado. Ahora toca aplicarse para el nuevo reto, que será mayor. Agradezco al publico santiaguero, que nos apoyó durante todo el torneo», declaró a JIT el goleador. Sirvió también el partido para la consagración de jóvenes como Greibel Palma, a pesar de no hacer algo grande por el lateral derecho. El partido no invitaba al lujo o al deleite, más bien a la cautela y la garra. A fin de cuentas lo importante no era el carnaval de gambetas, sino asentar el pie firme en el siguiente nivel. Ahora, después de lograrlo, ya se sabe que el fútbol cubano vive, saludable por demás. |
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