Matanzas, Cuba, 25 ene (PL).- Un día después de finalizada la Liga invernal cubana, un hombre que no subió a lo más alto del podio lleva hoy una mochila cargada de honor y gloria: Frederich Cepeda.
El mejor ambidextro en la historia del béisbol cubano, no pudo coronarse con el uniforme de los Cazadores de Artemisa, pero escribió otra de las tantas páginas gloriosas de su carrera al jugar, a riesgo de su salud, con un esguince en un tobillo que apenas le permitía caminar.
No importaron sus 43 años de edad ni la amenaza latente de abandonar para siempre los terrenos, «El Gallo Mayor», que para aumentar su mérito estaba defendiendo los colores de una provincia ajena, demostró por qué es considerado una leyenda viva de este deporte en la isla.
En esas condiciones salió al cajón de bateo en el partido cinco del playoff final y disparó su cuadrangular número 360 en campeonatos domésticos, que removió las fibras de los aficionados y estremeció a quienes un día decidieron que no estaba apto para asistir al que sería su quinto Clásico Mundial de béisbol.
Cepeda es un símbolo y un ejemplo para las nuevas generaciones por la entrega que ha demostrado durante años y aunque no sea valorado para integrar la selección nacional -quién sabe por cuales razones- continúa rindiendo al máximo en cuanto torneo participa.
El martes, en el último partido donde se coronaron los Cocodrilos matanceros, el ilustre toletero ya no pudo salir a la grama del Victoria de Girón por presentar líquido y sangre en la zona afectada con grandes posibilidades de ruptura en el ligamento.
En toda la postemporada este hombre, que sería Salón de la Fama en cualquier rincón del planeta, conectó una docena de imparables en 33 turnos al bate, para promedio de 364, con par de dobletes, tres cuadrangulares y siete carreras remolcadas.
A lo largo de sus 25 Series Nacionales, tres Superligas y dos Ligas Élites, promedia a la ofensiva para 337, ha conectado dos mil 420 indiscutibles, 456 dobles, 360 cuadrangulares y ha impulsado mil 416 carreras.
El espirituano que tantas glorias le dio al equipo Cuba y guarda en sus vitrinas una medalla de oro olímpica (Atenas 2004) y varias en campeonatos mundiales y Juegos Panamericanos, ya ha dejado huellas y récords que serán casi imposibles de borrar.
Su historia no ha acabado y según le aseguró a Prensa Latina tratará de recuperarse lo antes posible para volver a la carga en la venidera contienda nacional, prevista para comenzar en el mes de marzo.
Con su vergüenza, disciplina, seriedad en los entrenamientos, profesionalidad y compromiso con su terruño, sin dudas tendremos Frederich Cepeda por mucho más tiempo.