Los Cavaliers de Cleveland de la mano del astro Lebron James amanecieron este lunes como campeones de la (NBA) de Estados Unidos, tras imponerse por 93-89 a los Warriors de Golden State en el séptimo y definitivo encuentro de la final.
Liderado por Lebron, el equipo de Claveland logró su primer título de la NBA y una hazaña deportiva para la ciudad, pues no ganaban un trofeo desde el año 1964 cuando lo consiguieron los Browns de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL).
a victoria permitió a James conseguir su tercer galardón de la NBA en seis finales consecutivas disputadas.
James, ganador de dos anillos con los Heat de Miami en 2012 y 2013, fue declarado jugador más valioso (MVP) de las finales.
La victoria consagra a Lebron James como uno de los grandes en la historia del baloncesto norteamericano al cumplir la gesta que se propuso cuando dejó Miami para volver a su ciudad de origen.
Con este triunfo en el séptimo partido el equipo de Cleveland se convirtió en el primero capaz de revertir un 3-1 en contra en la serie final al mejor de siete de la NBA.
Los Warriors, que deslumbraron en la temporada regular de la mano de Stephen Curry, no pudieron rematar el trabajo con su segundo anillo consecutivo.
No obstante, Golden State hizo una campaña histórica al batir el récord de los Chicago Bulls de Michael Jordan ganando 73 de los 82 partidos antes de los playoffs.
Curry, MVP de la temporada regular, el primero en la historia en ser elegido de forma unánime, sufrió lesiones durante los playoffs que mermaron su rendimiento.
Felicitaciones a los nuevos campeones, lucharon y se merecieron la victoria. Lo sucedido esta noche me perseguirá por un tiempo, declaró Curry, que vivió otro partido frustrante en el apartado individual tras conseguir sólo 17 puntos.
Por primera vez en las finales, Golden State y Cleveland jugaron un partido con el marcador ajustado durante los 48 minutos.
Los Warriors tomaron algo de ventaja al descanso, pero los Cavaliers respondieron en la segunda mitad.
Ambos equipos se intercambiaron en varias ocasiones el mando del partido, pero fue Cleveland el que acertó en unos minutos finales en los que las manos temblaban más que nunca y la tensión se podía cortar con un cuchillo.
Tras el final, James se arrodilló sobre la cancha y, con la frente pegada al suelo, lloró de emoción mientras la alegría se desbordaba entre sus compañeros y técnicos.