La Habana, 9 ene (RHC) El reconocido bartender cubano, Pavel Fernández, uno de los participantes en el I Taller Académico Gastrocult 2019, aseguró que ron no es solo alcohol sino cultura y tradiciones.
En declaraciones a Prensa Latina, el también vicepresidente de la Asociación de Cantineros en La Habana subrayó que la coctelería criolla debiera ser declarada patrimonio inmaterial de la humanidad porque no solo representa el arte sino el acervo cultural de la isla.
Cada día, cuando salimos a preparar los tragos, lo hacemos representando a nuestra cultura, por lo cual nos convertimos en embajadores de esta, sentenció.
Su presencia en Gastrocult 2019 despertó admiración en los participantes tras su clase magistral con la confección del coctel nacional cubano, el daiquirí clásico.
Aperitivo por excelencia, la bebida a base de azúcar blanca, zumo de limón, ron Havana Club 3 años y hielo, esta vez se concretó en un twist con la añadidura de jengibre como homenaje a la India, el país invitado de honor.
De acuerdo con Fernández, el daiquirí surgió en 1899 en las minas homónimas de la suroriental provincia de Santiago de Cuba.
Pasó a La Habana de manos de Emilio Maragato, famoso bartender que trabajaba en el hotel Plaza, y más tarde fue Constante Ribalaigua, dueño del mundialmente famoso bar-restaurante El Floridita, quien lo transformó en daiquirí frozzen (con hielo frappé) con la introducción de la batidora.
Entre los 10 cócteles clásicos cubanos, el daiquirí comparte la preferencia popular con el mojito, la canchánchara, el saoco, el cubanito y el Cuba libre. Constante creó varios tipos con diferentes espirituosos, de los que sobresale el daiquiri mulata, con ron Havana Club 7 años y licor de cacao.
Fernández señaló la cercanía del capitalino hotel Packard, sede del evento, con el Club de Cantineros de Cuba, el más antiguo del mundo surgido en 1924 en la calle Prado número 111.
Su fundación respondió a la protección de los cantineros cubanos contra la llamada Ley Seca en Estados Unidos.
Muchos dueños de bares, bartenders y clientes estadounidenses venían a la isla en aquella época porque se podía beber alcohol y algunos aseguraban que los cantineros locales no estaban preparados para atender a esa clientela, algo que no era cierto, acotó.
Como en sus años iniciales, el Club de Cantineros de Cuba ofrece en la actualidad clases de coctelería, de idiomas y de maridajes, y suma a miles de afiliados en el país. Todos avalados por la Asociación Internacional de Bartenders.(Fuente:PL)