Montevideo, 28 dic (RHC) El teniente general retirado Gregorio Álvarez, último dictador uruguayo, presidente durante el régimen de facto que terminó en 1985, falleció este miércoles a los 91 años a causa de una afección cardíaca.
Álvarez, apodado "El Goyo", fue un militar de brillante carrera, ambicioso y calculador que llegó meteóricamente a los puestos más altos de las Fuerzas Armadas y a encabezar el régimen desde 1981 a 1985 al precio de generar divisiones que perduraron hasta el fin de sus días.
Preso en 2007 por atrocidades contra opositores, estaba separado de otros militares encarcelados por los mismos motivos, pero que lo detestaban.
Álvarez fue condenado en 2009 a 25 años de cárcel por la desaparición de 40 personas trasladadas desde Argentina durante su mandato al frente del Ejército. Padecía demencia senil.
Los militares lo nombraron presidente por cuatro años en 1981, diez meses después de que la ciudadanía rechazara en un plebiscito un proyecto de Constitución que aseguraba la continuidad del régimen.
En el convulsionado Uruguay de comienzos de los 70, el entonces general Álvarez encabezó el combate a la guerrilla urbana Tupamaros, en la que participaba el ahora expresidente José Mujica.
Tuvo un rol protagónico en la gestación del golpe de Estado del 27 de junio de 1973. Se lo considera uno de los redactores de pronunciamientos militares que tenían puntos de coincidencia con algunos postulados de la izquierda.
Su verdadera orientación política fue un enigma. Se lo consideraba afín al Partido Nacional; una fuerza política tradicional que se convirtió en un tenaz enemigo de la dictadura y, en particular, de su persona.
Como jefe de las fuerzas de seguridad, Álvarez fue responsable de acciones contra militantes de izquierda, que a la postre se revelarían en brutales torturas, asesinatos y desapariciones, en el marco del "Plan Cóndor" de coordinación represiva de las dictaduras del Cono Sur.
Su accionar le hizo ganar liderazgo en buena parte de las Fuerzas Armadas. Sin embargo su descarada ambición personal también le generó enemistades porque las Fuerzas Armadas uruguayas eran reticentes a personalizar el régimen.
Durante su mandato iniciado en setiembre de 1981 fue acusado de torpedear las negociaciones entabladas por los militares con los políticos para volver a los cuarteles.
En 1983 Uruguay desbordaba en protestas contra el régimen y "El Goyo" convocó a formar un partido que defendiera los postulados del "proceso"; eufemismo utilizado entonces para referirse a la dictadura. No tuvo el más mínimo eco.
Para su disgusto, la oposición fue ganando las calles con protestas cada vez mayores. Su mano dura respondía con detenciones y el cierre de medios de comunicación y llegó a la censura previa de contenidos.
El periodista Roger Rodríguez, que investigó profusamente los crímenes de la dictadura, lo definió como el "pequeño dictador", por su baja estatura.
Enemigo de los políticos, prefirió renunciar antes que entregar el poder a Julio María Sanguinetti; el líder del tradicional Partido Colorado que ganó las elecciones de noviembre de 1984 y que marcaron la restauración de la democracia.
Álvarez dejó su cargo el 12 de febrero de 1985, dos semanas antes de la asunción de Sanguinetti.