Santiago, 30 ene.- (AFP) - Un avión ruso con capacidad para transportar 42.000 litros de agua arribó este lunes a Chile para sumarse a un vasto operativo de combate a incendios forestales, que comienzan a ceder tras destruir miles de viviendas y aniquilar cientos de miles hectáreas de bosque.
La tragedia que sacude a Chile despertó la solidaridad de varios países del mundo que con el correr de los días sumaron aeronaves, brigadistas (bomberos forestales) y maquinaria para controlar las llamas.
El avión Ilyushin Il-76 llegó con su tripulación para permanecer en el país "el tiempo que sea necesario", comenzando su trabajo por la región de la Araucanía (sur), señaló el canciller chileno, Heraldo Muñoz, encargado de recibir a la nave en el aeropuerto internacional de Santiago.
La aeronave se suma a otros aviones tanqueros llegados de Estados Unidos y Brasil y a más de 500 de brigadistas y expertos de países como Francia, Argentina, Venezuela, España, Perú entre otros.
En las últimas horas, el mayor foco de emergencia se concentró en la comuna de Portezuelo, en la sureña región del Bío-Bío, donde el avance del fuego obligó a evacuaciones preventivas.
En todo el país se mantenían el domingo 124 incendios, 58 de ellos en combate, 55 controlados y 11 extinguidos, dejando miles de damnificados en decenas de pueblos que fueron destruidos por las llamas, informó la Corporación Nacional Forestal. Pero las hectáreas en llamas bajaron de 396.000 a unas 366.000, según el reporte.
Con 43 detenidos "por su eventual responsabilidad en incendios forestales", que afectan seis regiones en centro y sur de Chile, la justicia trabaja para determinar cuál es el grado de responsabilidad de estas personas, mientras en la sede del gobierno la presidenta Michelle Bachelet lidera una videoconferencia con todas las autoridades desplegadas en la "zona de catástrofe".
Fuera del combate al fuego, la preocupación de las autoridades se centra en organizar la llegada de voluntarios que en los últimos días peregrinaron rumbo a los pueblos más afectados. Más de 11.000 personas desplegadas entre brigadistas, bomberos, policías y voluntarios que se suman a los vecinos para acabar con las llamas.
Con campamentos en donde se prepara comida y se reparten productos de primera necesidad, organizaciones no gubernamentales brindan apoyo a vecinos de pueblos como Santa Olga, una localidad que se transformó en símbolo de la tragedia al quedar totalmente destruida por las llamas.
Asimismo, veterinarios tratan a animales víctimas del siniestro.
Unas 537.000 hectáreas han sido destruidas durante la temporada 2016-2017 que comenzó en julio pasado, un 4.776% más que en el periodo comprendido entre 2015 y 2016.