Ciudad del Vaticano, 27 may (RHC) El papa Francisco definió la “globalización de la indiferencia”, devenida de las sociedades económicamente más desarrolladas por la tendencia al marcado individualismo, combinado con la mentalidad utilitaria y multiplicado por la red mediática.
En un menaje por la Jornada Mundial del Refugiado, el sumo pontífice señaló que, “en ese escenario, los migrantes, refugiados, desplazados y víctimas de la trata se convierten en un emblema de la exclusión”, al enfrentar dificultades por su condición y juicios negativos al considerárseles responsables de los males sociales.
La actitud hacia ellas –dijo- constituye una señal de alarma, que nos advierte de la decadencia moral a la que nos enfrentamos si seguimos dando espacio a la cultura del descarte y añadió que “por esta senda, cada sujeto que no responde a los cánones del bienestar físico, mental y social, corre el riesgo de ser marginado y excluido”.
Francisco subrayó como el mundo actual es cada día más elitista y cruel con los excluidos y los países en vías de desarrollo siguen agotando sus mejores recursos naturales y humanos en beneficio de unos pocos mercados privilegiados.
Las guerras –apuntó- afectan sólo a algunas regiones del mundo; sin embargo, la fabricación de armas y su venta se lleva a cabo en otras regiones, que luego no quieren hacerse cargo de los refugiados que dichos conflictos generan.
Tras afirmar que quienes padecen las consecuencias son siempre los pequeños, los pobres y los más vulnerables, el Papa aseveró que el desarrollo exclusivista hace que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres.
Asimismo, enfatizó que “no solamente está en juego la causa de los migrantes”, sino la “de todos nosotros, del presente y del futuro de la familia humana”.