México, 11 nov (RHC) Estados Unidos y las oligarquías del subcontinente mantienen vigente entre sus recursos el golpe de Estado, afirma el diario La Jornada en un editorial sobre lo ocurrido en Bolivia este fin de semana.
Se trata, advierte, de la aplicación de un modelo de sobra conocido en Latinoamérica y sus implicaciones políticas para la región son alarmantes
Ayer, señala, se consumó en Bolivia un golpe de Estado cívico, policial y militar que sumió a ese país sudamericano en la incertidumbre, el caos y la violencia.
Tras la dimisión del presidente Evo Morales y de todos los funcionarios en la línea de sucesión (el vicepresidente Álvaro García Linera; la presidenta del Senado, Adriana Salvatierra; el presidente de la Cámara de Diputados, Víctor Borda), la vida institucional boliviana se colapsó, agrega.
Denuncia que en Bolivia impera la violencia descontrolada de los golpistas, cuyas hordas vandalizaron residencias de funcionarios incluidas la del mandatario en la ciudad de Cochabamba y de su hermana, en La Paz-, e incendiaron sedes de organizaciones campesinas, obreras y sociales y oficinas del partido de Morales, el Movimiento al Socialismo.
Todo ello, agrega el diario, ante la pasividad cómplice del Ejército y la Policía. La barbarie golpista se manifestó también en la destrucción de la embajada venezolana en la capital de Bolivia y en amenazas en contra de las representaciones diplomáticas de Cuba y México.
La mejor síntesis de lo ocurrido en Bolivia la formuló el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien apenas el viernes fue liberado de la cárcel en la que la oligarquía de su país lo tuvo preso 580 días por delitos fabricados: es lamentable que América Latina tenga una élite económica que no sabe convivir con la democracia y con la inclusión social de los más pobres, expresa La Jornada.
En efecto, ratifica el diario, el golpe en contra de Evo fue un producto característico de los grupos adinerados que no toleran gobiernos independientes de sus designios y ajenos a sus intereses y que controlan, además de porciones principales de la economía, la masa de medios informativos.
En el caso boliviano, éstos se empeñaron en presentar el asalto al orden constitucional como expresión de una insatisfacción por los resultados de la elección presidencial del pasado 20 de octubre, en la que Morales obtuvo una ventaja mayor a 10 por ciento sobre el expresidente Carlos Mesa, suficiente para evitar una segunda vuelta, destaca.
Ante los alegatos de fraude y la organización de disturbios por parte de la oposición, Morales pidió un dictamen sobre la calidad de los comicios a la Organización de Estados Americanos (OEA), la cual aconsejó que se repitieran las elecciones.
La idea fue aceptada por el mandatario, pero los golpistas no estaban interesados en procedimientos democráticos sino en acabar con el gobierno que colocó a la nación andina en una ruta de soberanía, desarrollo, reducción de las desigualdades y crecimiento económico excepcional, alade el periódico.
En cuanto a la OEA, quedó confirmado una vez más que sus intervenciones no están orientadas a preservar el orden constitucional y la armonía social ni a impedir el surgimiento de regímenes dictatoriales, sino dar cobertura diplomática a la desestabilización y los cuartelazos en las naciones gobernadas por proyectos políticos progresistas, soberanistas y populares, finaliza el editorial.(Fuente:PL)