Desde hace cinco años, Rusia y China, siendo ambas dos superpotencias mundiales, han decidido rebajar la presencia del dólar estadounidense en sus transacciones comerciales y, por ende, sus respectivos gobiernos han emprendido unas políticas económicas y financieras que facilitaran este cometido.
Los líderes de estos dos países, Vladímir Putin y Xi Jinping, han apostado por desarrollar unas relaciones bilaterales en diversos campos, como económico, militar, entre otros, que les aporte unos beneficios en aras de cumplir su objetivo de disminuir la dependencia de sus sistemas financieros de la divisa estadounidense y que, de paso, les garantizaría impedir a EE.UU. interferir en sus agendas comerciales con sus constantes amenazas de poner en marcha su maquinaria punitiva contra Moscú y Pekín.
La Casa Blanca en su dinámica sancionatoria no cesa en su empeño de imponer medidas restrictivas contra los rusos y chinos con la esperanza de impedir, como sea, sus respectivos progresos en los diversos sectores que les está aportando y brindando desde un tiempo acá la oportunidad de avanzar por delante de EE.UU. en muchos de las cuestiones a nivel mundial, y eso es lo que los estadounidenses justamente pretenden evitar.
Las políticas económicas de ambas partes derivaron en que mientras hace cinco años, en el 2015, alrededor del 90 % de los acuerdos comerciales entre las dos superpotencias se realizaban en dólares, hiciera que la presencia de la moneda estadounidense comenzara a disminuir notablemente a partir del año siguiente.
En otras palabras, a finales de 2016, el uso del dólar en los intercambios mercantiles entre Moscú y Pekín descendió a un 80 por ciento, según informa este miércoles la agencia de noticias rusa Sputnik.
El reporte apunta que en los años que siguieron, la moneda norteamericana perdió entre un 3 % a un 4 % de participación al año en las negociaciones entre los países. En 2019, con el inicio de la guerra comercial entre EE.UU. y China, el uso del dólar disminuyó significativamente y cayó a un 51 %.