Washington, 26 sep (EFE).- El candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, pidió este sábado al Senado que no confirme a la jueza conservadora Amy Coney Barrett, elegida para el Tribunal Supremo por el presidente de EE.UU., Donald Trump, antes de que se conozca el resultado de las elecciones de noviembre.
"El Senado no debería actuar sobre esta vacante hasta después de que el pueblo estadounidense seleccione a su próximo presidente y al próximo Congreso", dijo Biden en un comunicado.
El vicepresidente consideró que no es el momento de elegir a un nominado para la máxima corte del país, a solo 38 días para las elecciones presidenciales de noviembre, y argumentó que es hora de "oír" las voces de los electores, que en algunos estados ya han empezado a votar de manera anticipada.
Biden insistió en que el presidente que salga elegido en las urnas el 3 de noviembre deber ser quien elija a un sustituto para la magistrada progresista del Tribunal Supremo Ruth Bader Ginsburg, fallecida hace solo una semana.
El Tribunal Supremo de EE.UU. está conformado por nueve jueces con puestos vitalicios y que tienen el poder de cambiar las leyes del país durante décadas. En concreto, juegan un papel crucial en temas como el aborto, los derechos de los migrantes, la privacidad, la pena de muerte y la tenencia de armas.
Los magistrados son nombrados por el presidente y, luego, deben ser confirmados por el Senado.
Actualmente, los republicanos tienen mayoría en el Senado y su líder, Mitch McConnell, se ha comprometido a someter a voto a la candidata de Trump para el Tribunal Supremo.
No obstante, en 2016, cuando otra muerte dejó una vacante en el Supremo, McConnell, ignoró al sustituto que había elegido el entonces presidente Barack Obama y ni siquiera programó una votación al respecto, con el argumento de que no tenía sentido aprobarlo en un año electoral.
Los demócratas no quieren que se celebren audiencias para confirmar a la nominada de Trump, pero no tienen poder para impedirlo porque están en minoría en el Senado.
Barrett, la elegida por Trump, es una jueza conservadora, católica y de 48 años que se ha posicionado en el pasado a favor de restringir el aborto.
El aborto es un tema que moviliza especialmente a la derecha cristiana de EE.UU., una pieza clave de la base electoral del mandatario de cara a las elecciones de noviembre.