Washington, 13 jun (RHC) El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pretende presionar a sus aliados durante la cumbre del G7 para que denuncien públicamente a China por supuestas prácticas de trabajo forzoso, al tiempo que busca exhortar a los líderes de los países más ricos del mundo a unir fuerzas para competir económicamente contra la nación asiática, informó AP.
Según funcionarios del Gobierno estadounidense que hablaron en condición de anonimato, Biden quiere que los líderes del G7 condenen por unanimidad las supuestas prácticas de trabajo forzado contra los musulmanes uigures y otras minorías étnicas en China, y que esta denuncia forme parte del comunicado conjunto al final de la cumbre. Sin embargo, algunos de sus aliados europeos se han mostrado reacios a distanciarse drásticamente de Pekín.
Además de las discusiones sobre la recuperación económica mundial por la pandemia del covid-19, China ha sido un tema importante de conversación durante la reunión. Las críticas a las prácticas del país asiático se plantearán en el momento en el que los Estados miembros presenten un plan de infraestructuras llamado 'Reconstruir mejor para el mundo', un nombre que recuerda al lema de campaña del mandatario estadounidense.
Dicho proyecto contempla una inversión multimillonaria en colaboración con el sector privado para competir con la 'Iniciativa de la franja y la ruta' china, que consiste en una red global de infraestructura y trayectos marítimos. Los críticos de estas obras que ya se extienden por distintos lugares del mundo, especialmente en Asia y África, consideran que pueden generar grandes deudas y exponen a las naciones a la influencia de Pekín.
Entre los más interesados en el plan se encuentra el Reino Unido, que aspira a que las economías del mundo dependan menos del gigante asiático. El Gobierno británico apuntó que las discusiones de este sábado abordarán "cómo dar forma al sistema global" para beneficiar a sus ciudadanos, incluso mediante la modificación de cadenas de suministro, que en gran medida dependen de China.
Sin embargo, no todas las potencias europeas han visto a China bajo el ojo crítico de Biden en medio de la rivalidad entre las dos naciones por definir su posición de liderazgo mundial en el siglo XXI. Antes de que el mandatario estadounidense asumiera el cargo, Europa había llegado a un acuerdo de inversión con Pekín, no obstante, el trato quedó en suspenso con la imposición mutua de sanciones.
Los funcionarios de la Casa Blanca consideran este momento como una oportunidad para tomar medidas concretas sobre el país asiático. Explican que al culminar la cumbre del G7, EE.UU. no buscará imponer sanciones inmediatas contra China, sino enviar un mensaje de que los países del grupo se toman en serio la defensa de los derechos humanos y su compromiso por erradicar las prácticas de trabajo forzado. Pekín, por su parte, ha negado todas estas acusaciones de Occidente.
La incertidumbre sobre la decisión final que tomen los aliados respecto a estos temas se aplazará hasta este domingo, cuando finalizará el encuentro de tres días. (Fuente/RT)