Roma, 2 dic (efe).- El Papa alertó sobre el “río de miseria y violencia” que crece en el mundo y pidió vencer la indiferencia para abrir nuevos caminos que alcancen acuerdos a los que no llegue la política.
En su primera misa del año, el papa argentino recordó “la multitud de formas de injusticia y de violencia que hieren cada día a la Humanidad”, situación que tildó de “río de miseria”.
“¿Cómo es posible que perdure la opresión del hombre contra el hombre, que la arrogancia del más fuerte continúe humillando al más débil, arrinconándolo en los márgenes más miserables de nuestro mundo?”, cuestionó.
También se preguntó “hasta cuándo la maldad humana seguirá sembrando la tierra de violencia y odio, que provocan tantas víctimas inocentes”.
“¿Cómo puede ser este un tiempo de plenitud, si ante nuestros ojos muchos hombres, mujeres y niños siguen huyendo de la guerra, del hambre, de la persecución, dispuestos a arriesgar su vida con tal de que se respeten sus derechos fundamentales?”, lamentó.
El Pontífice aseguró que esta problemática no puede hacer nada “contra el océano de la misericordia”, precepto al que consagró su Año Santo Extraordinario.
“Todos estamos llamados a sumergirnos en este océano, a dejarnos regenerar para vencer la indiferencia que impide la solidaridad y salir de la falsa neutralidad que obstaculiza el compartir”, animó.
La misa, en la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, tuvo lugar en la basílica de San Pedro y sus alrededores contaron con una elevada presencia policial, debido a la alerta terrorista en la que se encuentra el continente europeo.
Al concluir la ceremonia, emprendió la salida de la basílica escoltado por 12 guardaespaldas, que se entremezclaron inusualmente con los monaguillos y miembros del clero que conforman la comitiva papal.
Luego se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico para rezar el primer Angelus mariano de 2016 y dirigir su catequesis a numerosos fieles y turistas que lo observaban desde la Plaza de San Pedro.
“La enemiga de la paz no es únicamente la guerra, sino también la indiferencia, que hace pensar sólo en uno mismo y crea barreras, sospechas, miedos y egoísmos”.
La Iglesia Católica celebró ayer la 49ª Jornada Mundial de la Paz, instituida en 1968 por el pontífice y beato Pablo VI.
Por la tarde, Francisco abrió la puerta santa de la última de las cuatro basílicas papales que la mantienen clausurada, Santa María la Mayor.
En su homilía posterior consideró que “la Iglesia debe extender el perdón a cuantos lo piden”.
“El que no sabe perdonar no ha conocido todavía la plenitud del amor”, apuntó el Papa.