Brasilia, 24 mar (RHC) Seis meses de paciencia será el pedido que formulará la próxima semana al Congreso el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, para probar en ese lapso que Brasil volverá a ser el país de la alegría.
El anuncio lo hizo la víspera el propio Lula durante un acto de respaldo al fundador del Partido de los Trabajadores (PT), a la presidenta Dilma Rousseff y contra el golpe (de Estado) en curso. El acto fue organizado en la ciudad de Sao Paulo por las seis mayores centrales sindicales brasileñas.
Estamos viviendo un momento en que el Estado no tiene recursos, ni tampoco los municipios; los bancos no prestan y los empresarios no quieren invertir, describió el exgobernante.
Lula afirmó a los más de mil asistentes al encuentro que Dilma tiene conciencia sobre la imposibilidad de continuar aplicando una política económica que no permita la generación de empleos, lo cual obliga a adoptar otro modelo.
Alertó, sin embargo, que los problemas de la economía se pueden resolver mañana o después. Pero hoy se trata de evitar un golpe contra Dilma, que no aceptaremos, remarcó.
El exprimer mandatario aseguró además que ayudará a la Presidenta en cualquier circunstancia.
Se engañan quienes piensan que yo solo voy a ayudarla si fuera ministro, sostuvo el designado jefe de la Casa civil de la Presidencia de la República, quien se ha visto impedido de asumir el cargo por maniobras judiciales promovidas desde sectores de la oposición.
Relató que ya en agosto del pasado año Rousseff lo invitó a integrarse al gobierno, pero no aceptó; ahora acabé cediendo por las propias características del escenario político actual derivadas del agravamiento de la crisis, acotó.
También se refirió al proceso de interpelación que lleva adelante la Cámara de Diputados contra la dignataria y reiteró que el mismo carece de cualquier sustento legal.
Ellos (la oposición) quieren terminar con el mandato de Dilma sin respetar al pueblo ni los resultados electorales de 2014, dijo antes de advertir que "este país no puede aceptar un golpe".
Lamentó también el clima agitado reinante hoy y enfatizó que "no queremos una sociedad brasileña dividida entre petistas y no petistas, entre rojos y verde-amarillos".
Lula expresó su enojo con el comportamiento de determinados sectores de los medios de comunicación que condenan en sus titulares a las personas sin ser antes juzgadas y, sin mencionar por su nombre a la Red Globo, afirmó que parte de ese odio latente en el país es estimulado por la televisora.