Matthew se ensañó con la Punta de Maisí y su gente

Editado por Julio Pérez
2016-10-13 06:02:03

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Destrucción de viviendas en Maisí

Maisí, Guantánamo, 13 oct (RHC) Tras varios días de espera, y después de algunos intentos fallidos debido a la crecida de los ríos, los deslaves en La Farola y la destrucción de los puentes, un equipo de periodistas del diario Granma logró llegar a la punta de Maisí don­de comien­za el caimán cubano y se ensañó el huracán Matthew.

Pensábamos que en materia de destrucción ya lo habíamos visto todo, luego de recorrer Baracoa, Imías y San Antonio del Sur, sin em­bargo, nada es comparable a lo contemplado en Maisí. Durante el recorrido por la costa sur, la devastación sufrida por la floresta nos advertía que los daños, si es que puede em­plearse esa palabra suave, habían sido muy se­veros, refiere la crónica.

Pudiera decirse que es un territorio sin som­bras, porque no ha quedado un árbol en pie o una casa con cubierta. Casi todo lo destrozó la furia de Matthew. Punta Caleta, el lu­gar por donde entró, es un manojo de es­combros. Y así, en la medida en que avan­zábamos hacia La Máquina, cabecera del mu­nicipio, la destrucción era cada vez mayor, enfatiza el material periodístico del periódico Granma.

Transitar por cualesquiera de sus carre­te­ras, que se transformaron en caminos, en v­e­redas, resulta difícil porque suman cientos los postes eléctricos partidos y las líneas te­le­fónicas de­sechas. Cuesta ver tantas casas arruinadas, y en muchas ocasiones los bie­nes de sus moradores aún debajo de los es­combros.

Un breve intercambio con Noel Mosqueda Mosqueda, presidente del Consejo de Defensa en el territorio maisiense, nos confirma lo que resulta obvio, el municipio ha sufrido la mayor catástrofe de su historia, refiere el diario.

Según Noel, una evaluación preliminar de los daños ratifica que alrededor del 94 % de las vi­viendas han sido dañadas, al igual que la ma­yoría de las instituciones del comercio y la gastronomía con sus almacenes, además de la red escolar, que tiene 63 escuelas afec­tadas.

Respecto a la agricultura, los perjuicios son cuantiosos. No ha quedado una mata de plátano en pie, y el principal cultivo del muni­cipio, el café, ha sido barrido, reconoce el presidente, quien añade que casi el 100 % de la reserva forestal se fue abajo, además de unas 4 000 hectáreas de cultivos varios.

Respecto a la infraestructura hidráulica, de los 13 acueductos, dos de los cuales funcionan por bombeo, la totalidad fue averiado, al igual que casi toda la red eléctrica y telefónica, además de las torres de Sierra Verde, Santa Rita, de Etecsa y de la emisora municipal, señala Mos­queda Mosqueda.

Yordany Romero, médico de la comunidad La Asunción, tuvo mucha actividad tras el paso del ciclón. A su consulta llegaron decenas de personas con la presión alta y muy deprimidos a causa del drama vivido y la in­certidumbre del día después.

Busqué la medicina que resulta infalible en esas condiciones, una terapia sicológica que no falla en esas condiciones: «Oiga, tranquilo, usted está vivo, eso es lo más importante», les decía y casi todos respondían: «Es verdad. Doctor, con lo que pasamos anoche, es para que no hubiera quedado nadie con vida».

Y con esa filosofía se ha ido levantando la gente de Maisí, teniendo el incentivo adicional de haber recibido la visita del Presidente cubano, Raúl Castro, quien al decir de Neris Matos Méndez, vecina de La Máquina, les transmitió mucha confianza en el porvenir.

«Él me dio la mano y dijo que lo más importante era que habíamos salvado la vida, que en lo demás debíamos tener paciencia, que primero debían evaluarse los daños y después organizar la ayuda», cuenta.

Dora Hilda Lamber Durán, quien vive en el barrio Casimbas, en la punta de Maisí, a pesar de las serias averías sufridas en su vivienda, tiene fuerzas para mirar con seguridad el fu­turo:

«De esta también vamos a salir. Fíjese, ya comenzó a llegar ayuda de todas partes. Los eléctricos están prendidos de campana a campana, y hasta nos podemos comunicar vía celular con la familia, que estaba desesperada por saber de nosotros. Tampoco ha faltado la comida y el agua, que es tan vital; la distribuyen a través de pipas. Creo, que para la destrucción que hemos tenido, eso es bastante», reconoce.

Y si de optimismo se trata, nada comparable a lo visto en la Comunidad El Veril. Allí la mayoría de las casas se vinieron abajo, y las que no, perdieron el techo o recibieron algún tipo de daño.

José Miguel Massanet Fernández, maestro de la escuela Camilo Cienfuegos, vio con tristeza cómo volaba la cubierta de su casa y se mojaban la mayoría de los bienes, sin em­bargo, no está triste porque dice sentirse acom­pañado por mucha gente buena que ha veni­do de todas partes para ayudarlos.

Otros vecinos que vieron en el carro el lo­gotipo del periódico Granma, se acercaron de inmediato, no para lamentarse, más bien pa­ra infundir en nosotros mayor fortaleza. De entre ellos salió la voz de una joven que dijo con una fuerza que aún retumba en nuestros oídos: «Oigan periodistas, pongan ahí que por Maisí es por donde el sol se levanta en Cuba», una frase capaz de encerrar el espíritu de su gente.



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