San José, 29 abr (RHC) El historiador cubano Eusebio Leal dedicó su conferencia magistral sobre la restauración de La Habana Vieja a quienes a lo largo de siglos fomentaron la amistad y la hermandad entre Costa Rica y Cuba.
Antes de iniciar su exposición sobre los trabajos de recuperación de antiguas edificaciones del centro histórico de la capital cubana, Leal habló unos minutos sobre los vínculos tradicionales entre las dos naciones.
Leal recibió en Costa Rica la Orden Nacional Juan Mora Fernández, en el grado de Gran Cruz Placa de Plata, reconocimiento que concede la Presidencia de esa nación centroamericana.
El historiador cubano Eusebio Leal dedicó hoy aquí su conferencia magistral sobre la restauración de La Habana Vieja a quienes a lo largo de siglos fomentaron la amistad y la hermandad entre Costa Rica y Cuba.
Tras señalar que luego de la viril acción del teniente general Antonio Maceo en un lugar de Cuba conocido como Mangos de Baraguá (15 de marzo de 1878) que salvó la dignidad nacional, reparó los caminos para un regreso alguna vez, Leal apuntó que desde Centroamérica lo soñaron y Costa Rica, particularmente, lo abrazó como un árbol a la unidad de América.
Fueron estas calles de San José el escenario de sus tránsitos habituales, el encuentro con amigos entrañables y el riesgo de su vida corrido en un mortal atentado cuando se dirigía precisamente a una función teatral, relató sobre Maceo.
Refirió que, salvada por la amistad del pueblo costarricense, por médicos de Costa Rica, por amigos de las Fuerzas Armadas costarricenses, conservan en el Museo como precioso recuerdo de aquella estadía la espada presidencial que le fue obsequiada y que es quizás el símbolo más precioso de ese encuentro y de ese abrazo fraterno.
Pero, destacó, Maceo no anduvo realmente solo, estuvo acompañado de una pléyade de valientes, que allá en La Mansión de Nicoya, en la provincia tica de Guanacaste, sentaron una huella indeleble donde todavía hoy los niños de aquella latitud interpretan con pasión el himno de Cuba y el de Costa Rica.
Además, prosiguió, llevan como distintivo en el hombro de sus uniformes el perfil del héroe caído en 1896 a la edad de 51 años en plena juventud, Titán de Bronce llamado por los que lo conocieron.
Es también el lugar que vió los pasos de José Martí. Cerca de aquí el hotel donde estuvo hospedado existe todavía. El paso del que los cubanos llamamos Apóstol de la Independencia de Cuba, orador sublime, poeta, político, su genio literario no sobrepaso su enorme capacidad política de hacer amigos, de dialogar.
Con su proverbial elocuencia, Leal indicó que Martí fue grande y variado su talento, inmensa su visión del mundo en que le tocó vivir y avizoró el del mañana. Es por tanto el elemento central, es el misterio que nos acompaña como escribiera una vez el ilustre literato cubano Lezama Lima.
Gracias por esta acogida y presentaré hoy una imágenes de la obra de la restauración de La Habana Vieja, del desafío de un centro histórico con su gente, un proyecto donde la cultura juega un papel esencial, todo lo demás se subordina a ella, aún aquello que puede ser del interés económico, como lo es la presencia de turistas del mundo.
Leal estuvo casi 40 minutos explicando cada una de las diapositivas en que se mostraban un antes y un después de las edificaciones rescatadas y restauradas hasta concluir en una de las más recientes, el Capitolio de La Habana, entregada el 24 de febrero pasado.
Tras señalar que fue llamado a los 27 años a cumplir una obra(recuperación de La Habana Vieja) en la que pocos creían entonces, contó una anécdota con el afamado escritor cubano Alejo Carpentier, quien le comentó a su esposa cuando lo vió cargando piedras por el centro histórico de La Habana que Leal llegaría lejos. A ello, el historiador cubano dijo 'no llegué lejos yo, en realidad llegó lejos la obra. Esta es una obra de muchos, no mía, yo soy acaso, en caso de un combate, el mascarón de proa de esa obra'.
Esta es la obra de Cuba, solamente una nación puede enfrentar este desafío, a ella está absolutamente dedicada, subrayó Leal.
Recordó que anoche cuando le fue concedido un alto honor por la Academia Morista, concluyó sus palabras elogiando a Costa Rica, sus virtudes ciudadanas, lo que consiguió por el culto a la paz, la conservación de la naturaleza, su visión previsora de utilizar recursos renovables en un mundo contaminado, y su defensa rabiosa a la libertad.
Pero sobre todo, enfatizó, agradeció mucho a este país por ser la madre amantísima que recibió a generaciones de cubanos, al cual regresó ahora después de muchos años bajo el auspicio de un ilustre presidente (Luis Guillermo Solís) que es también maestro y profesor de historia.
'Anoche cuando terminé mis palabras besé la bandera de Costa Rica en señal de gratitud de mi generación y de todas las que me precedieron en el tiempo. Ahora, presidente, en su presencia, hago lo mismo', exaltó Leal.
Ese gesto del Historiador de La Habana fue acogido con fuertes y prolongados aplausos y gritos de bravo por los cerca de 300 asistentes a la conferencia, entre ellos el mandatario de Costa Rica, varios de sus ministros, miembros del cuerpo diplomático, maestros e integrantes de grupos de solidaridad con Cuba.