La Habana, 2 ago (RHC) El Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, visitó el Instituto de Investigaciones para la Industria Alimentaria, fundado en el año 1977 con el auspicio de la FAO y otras agencias de cooperación de varios países, el cual se encuentra ubicado en el municipio de La Lisa y la Empresa Siderúrgica José Martí, conocida popularmente como Antillana de Acero, fábrica insigne del país.
En intercambio con el consejo de dirección de la entidad científica, integrado en más de un 90 % por mujeres, detalle que destacó el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, se conoció sobre la misión de este centro que –basado en el alto nivel de su capital humano– innova, desarrolla, produce y transfiere tecnologías sostenibles para ayudar a satisfacer las necesidades alimentarias y nutricionales de la población cubana.
De sus 40 años de trabajo se significó en la reunión el desarrollo de productos como el yogurt de soya, suplementos nutricionales para grupos vulnerables, entre ellos niños, ancianos y personas enfermas, además de aromas líquidos y en polvo, emulsiones, alimentos forticados y la chocolatería fina artesanal.
El debate giró en torno a las potencialidades que tiene el país para mejorar la calidad de su industria alimentaria. No podemos darnos el lujo, precisó Díaz-Canel, de tener un centro de investigación de esta magnitud, creado por la Revolución, y no explotarlo al máximo.
El Jefe de Estado compartió conceptos fundamentales como el de tener un sexto sentido para buscar en la ciencia y la informatización la solución a muchos de los problemas que se nos presentan; destrabar las ataduras que impiden se complete el círculo desde la investigación hasta los resultados; analizar constantemente las tendencias mundiales y estar actualizados; estrechar la relación entre científicos y productores para no buscar fuera lo que puede desarrollarse aquí; y diseñar sistemas de trabajos que chequeen de manera periódica la materialización de las investigaciones.
Se refirió a la inocuidad, calidad y conservación de los alimentos, al rescate de producciones que anteriormente se hacían en el país, al uso excesivo de azúcar en determinados productos que atenta contra la salud, a la asesoría que debe brindar el Instituto de Investigaciones de la Industria Alimentaria a los proyectos de desarrollo local, así como a la continuación de los trabajos iniciados por el Comandante en Jefe referidos a la generalización del uso de la Moringa, la Sacha Inchi y la Estevia.
Acompañado por el vicepresidente del Consejo de Ministros, Ulises Rosales del Toro, y la ministra del sector, Iris Quiñones Rojas, el Presidente cubano visitó luego una de las plantas piloto de la entidad, que se dedica a las investigaciones en productos cárnicos.
Posteriormente, Díaz-Canel llegó hasta la Empresa Siderúrgica José Martí, conocida popularmente como Antillana de Acero, fábrica insigne del país que se encuentra en el municipio capitalino del Cotorro, y donde se acomete un importante proceso inversionista para su total modernización.
Allí recorrió la Nave de Acería, considerada el corazón de Antillana, pues es en ese lugar donde se producen las palanquillas con las que luego se hacen barras y cabillas. Conversó con los obreros sobre el salario, los turnos de trabajo, los horarios para el descanso, la alimentación, la transportación y sus necesidades de recreación.
Con el espíritu noble que caracteriza a los obreros y el sentido de pertenencia por una fábrica con tanta historia como esta, los trabajadores que lo esperaron para saludarlo a la salida de la Acería le ratificaron el apoyo a la Revolución. Con ellos conversó sobre el proceso inversionista que ha emprendido la siderúrgica, mediante el cual aumentarán los niveles de producción de acero y laminados y, por consiguiente, el bienestar y el salario de sus trabajadores.
Luego, en un encuentro con los directivos de la fábrica y el ministro de Industrias, Alfredo López Valdés, el Presidente cubano reiteró la urgencia de que la inversión de Antillana de Acero salga bien, por el impacto que tendrá en la economía de la nación.
Sus resultados, dijo, tienen que palparse en los procesos productivos y también en el ambiente de la fábrica que hoy muestra una imagen deteriorada.
Hay que mejorar la atención a los trabajadores, precisó, y para ello no tenemos que esperar a que concluya la inversión, se pueden ir haciendo determinadas acciones en temas como la alimentación, la transportación y la recreación de los obreros.
El Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros señaló la necesidad de trabajar en paralelo, con «luz larga», y determinar con cuánta materia prima se cuenta en el país para que, cuando «Antillana se convierta en una fábrica robustecida», no falte la chatarra que moverá sus producciones.
Finalmente reconoció el tremendo esfuerzo que se hace en esta industria cubana para no detener sus actuales producciones, en medio del ajetreo que supone el proceso inversionista en curso.
Como una de las fábricas más importantes calificó a Antillana de Acero, de ahí la prioridad que le ha puesto el país y el chequeo sistemático que se mantendrá sobre su desarrollo.
(Granma)