La Habana, 10 jun (RHC) La nueva escalada agresiva del Gobierno de Estados Unidos hacia Cuba constituye otra vuelta de tuerca al criminal bloqueo económico, comercial y financiero contra la Mayor de las Antillas, y sus efectos, que se hacen sentir en toda la población cubana, perjudican a un sector de la sociedad al que hipócritamente el imperio ha proclamado su interés en favorecer: los trabajadores por cuenta propia.
La CTC y los sindicatos declaran su disposición a continuar representando a este segmento laboral y defender sus derechos, al igual que los de todos los trabajadores, y renueva su condena a la creciente hostilidad del prepotente vecino del norte, que en su obsesivo afán de rendir a la Patria de Martí ha puesto en vigor en todas sus partes el engendro legislativo de la Helms-Burton, enfatiza Granma.
Para el adversario debe quedar claro de que lo construido en 60 años de Revolución es mucho más grande que todo lo que se nacionalizó y es patrimonio del pueblo y los trabajadores, como se expresa en la Constitución de la República de Cuba.
Por estos días pueden encontrarse manifestaciones de disgusto de integrantes del sector no estatal, entre ellos los transportistas privados, arrendadores de viviendas, habitaciones y espacios; elaboradores y vendedores de alimentos, o fabricantes de artesanías típicas, ante la medida de la administración Trump de prohibir el arribo a nuestro archipiélago de embarcaciones de todo tipo procedentes de Estados Unidos y de buques cruceros.
Ejemplo de ese malestar es el criterio de Héctor García, taxista de Autos Antiguos Clásicos Descapotables, quien entrevistado por la Agencia Cubana de Noticias consideró «totalmente locas y absurdas esas nuevas regulaciones» y señaló que la economía de muchas familias se verá seriamente afectada, pues gran parte de sus ingresos monetarios provenían de ese segmento. Por ello, ya los dueños de los más de 300 coches clásicos o de lujo asociados a esa agencia, como otros tantos arrendadores, «estamos preocupados de cuál será el futuro que nos espera».
Y es que el interés de los estadounidenses por conocer la realidad de esta nación satanizada por su Gobierno y único país al que no pueden acceder como turistas alarmó a la Casa Blanca: en 2018 ascendió a la cifra de 650 000 los que nos visitaron, los cuales arribaron en gran medida por la vía de los cruceros.
La drástica reducción de visitantes de ese país, incluida la eliminación de los viajes educativos «pueblo a pueblo», junto a la limitación de envío de remesas, el obstáculo que supone la obligación de viajar a terceros países para solicitar visa si se desea visitar Estados Unidos y otras restricciones de la administración Trump, no solo afectan las ganancias de los cuentapropistas, sino además entorpecen la adquisición de financiamiento e insumos para el sostenimiento de sus negocios y el aporte de ellos a la economía nacional y sus prioridades.
Tales consecuencias revelan la doble moral del imperio, que en un momento dado quiso utilizar al sector no estatal cubano, los «emprendedores», como los calificó, como una punta de lanza contra el proyecto socialista que desde hace más de medio siglo se desarrolla en esta tierra. Pasaron por alto que esos trabajadores no son ajenos al modelo económico cubano, todo lo contrario, constituyen importantes actores cuyo desempeño ha sido objeto de sucesivos perfeccionamientos y hoy representan el 13 % de la población económicamente activa.
¿Acaso las medidas de Trump hacia Cuba no constituyen un serio traspiés a la labor de 595 559 personas acogidas a esta forma de gestión, de las cuales el 32 % son jóvenes, el 35 % mujeres y el 10 % jubilados?
Pero la preocupación por el futuro que manifestó Héctor no puede convertirse en un desestímulo a la búsqueda de nuevas iniciativas. Los cubanos siempre hemos sabido salir adelante en situaciones muy difíciles y la actual coyuntura no será una excepción.
En su reciente XXI Congreso, la CTC analizó las mejores formas de representar al sector no estatal, de acuerdo con sus particularidades, y el movimiento sindical tiene la misión de mantenerse al tanto de sus inquietudes, canalizar sus preocupaciones y lograr que su labor, en el sector donde se lleve a cabo, vaya en ascenso.
La CTC y los sindicatos seguirán siendo portadores de sus intereses, como lo han hecho siempre con la totalidad de los trabajadores, y les transmitirán confianza en su importancia y capacidad para aportar a la batalla económica que es el principal desafío de hoy.
Al denunciar la doble moral del imperio ante el sector no estatal, la Central de Trabajadores de Cuba ratifica la voluntad del movimiento sindical de acompañarlos en el camino trazado por la nación cubana de alcanzar un socialismo próspero y sostenible, esa prosperidad que apunta no solo a la realización individual, divorciada de los intereses colectivos, como abogan los abanderados del capitalismo, sino a la felicidad de todos.
Ese propósito no podrá ser entorpecido por ninguna trampa, zancadilla ni maniobra del señor Trump.
(Granma)